La progresión meteórica de Álex Abrines acapara todas las miradas del planeta básquet. Sus 31 puntos ante Estudiantes ya le han incluido en los libros de la ACB y, con solo 18 años y 7 meses, su nombre aparece junto a los Rudy Fernández, Ricky Rubio y Juan Carlos Navarro. Seis meses de vértigo desde que se proclamó campeón de Europa sub 18 y MVP del certamen continental hasta el recital anotador del domingo en el Martín Carpena. Es uno de los pocos motivos que permite a Unicaja Málaga esbozar una sonrisa, pero, al mismo tiempo es un motivo de orgullo para el club en el que se forjó el talento del alero que deslumbra a la mejor liga de Europa, el Club Baloncesto La Salle.
Antes de recalar en las filas del Unicaja, Álex Abrines Redondo (Palma, 1-8-1993) forjó su talento en las categorías inferiores de la entidad palmesana, donde empezó a jugar con cuatro años hasta que puso rumbo a Málaga a los 17 en su segunda temporada como júnior. Fue en su primera campaña como júnior cuando el cambio físico de Álex se hizo más notable y el momento en el que sus prestaciones sobre el parquet se multiplicaron de forma exponencial. El entrenador del Opentach Pla, Álex Pérez, pidió permiso para grabar un vídeo de Álex Abrines y hacérselo llegar a Pepe Laso, que quedó prendado de las cualidades del balear. La tarjeta de presentación de Laso fue importante, pero la presencia de Aíto García Reneses en la estructura del Unicaja resultó determinante para que Málaga recibiera el visto bueno de su familia como destino para adentrarse en el ámbito profesional.
Cualidades
«Ahora está haciendo lo mismo que hacía cuando jugaba en Mallorca, pero ¡lo está haciendo en la ACB», coinciden en señalar el director técnico de La Salle y entrenador de Álex en su etapa cadete, Jaume Artigues; su entrenadora en premini, Ana Polo, y su técnico en el primer año de júnior, Toni Ramis. En sus voces se entremezclan una gran alegría y mucho orgullo. Ellos le han visto crecer en una cancha de baloncesto desde que aprendió a botar el balón hasta que la Isla se le quedó pequeña para explotar su talento.
Los tres resaltan la capacidad de Álex para solucionar cualquier jugada de forma natural, su baloncesto fácil, su talento y su mentalidad competitiva, pero, sobre todo, subrayan la influencia que ejerce la figura de su padre, Gabriel Abrines, que disputó 132 partidos en la ACB en las filas del Huesca la Magia (89-90), Cáceres (92-93), Somontano Huesca (94-95), Gran Canaria (95-96) y Fuenlabrada (96-97). Gabriel Abrines fue su entrenador desde mini hasta infantil, una experiencia tan valiosa como exigente. «A veces era injusto con él porque le exigía muchos más por ser el hijo del entrenador», cuenta su madre, Arantxa Redondo, que asegura que en casa viven con «cautela» el boom de su hijo.
Sus entrenadores remarcan la «buena cabeza» de Álex, algo en lo que también conceden protagonismo al ámbito familiar. «Es un baluarte. Nadie mejor que su padre, que lo ha vivido en primera persona, para guiar sus pasos en el mundo profesional», comentan los que fueron sus entrenadores.
Personal
Trabajador, sensato, sociable, responsable o buen compañero son algunos de los aspectos que definen la personalidad del alero de moda, según sus técnicos. El jugador mallorquín, que esta temporada 2011-12 también ha debutado en la máxima competición continental, no pierde contacto con los que fueron sus compañeros y tampoco con el club.
Ya no es tan tímido como cuando empezaba a jugar y su físico no dejaba intuir los 1,96 metros que lucen en su ficha ACB. «Técnicamente era muy bueno, pero el cambio físico le llegó el último año de cadete y el primero como júnior», comentan los que fueron sus técnicos. Tuvo un desarrollo físico un tanto lento y, de hecho, no entró en los planes de la selección balear en su etapa infantil porque sus condiciones físicas no se ajustaban al perfil que perseguía el seleccionador.
Un año después regresaría al combinado regional y en aquella época ya formaba parte del programa de tecnificación que La Salle tiene para los jugadores con mayor potencial. Los técnicos resaltan su seriedad a la hora de entrenar y su interés por aprender. «Cuando le planteas una jugada te responde, te pregunta y te cuestiona, pero no lo hacía por vacilarte, sino que quiere hacerlo bien y añadir jugadas a su repertorio», explica Toni Ramis, que coincide con Jaume Artigues al analizar que «tiene muy claro lo que quiere, lo que tiene que hacerlo para conseguirlo y la capacidad de sacrificio para alcanzar sus objetivos».
La defensa y el físico se convierten ahora en sus dos principales caballos de batalla para consolidar la progresión que ha trazado. Tiene todo el futuro por delante, pero el futuro ya ha llegado. Es su momento y Abrines ha demostrado un desparpajo que no pone límites a su techo. Sea en la LEB Oro o en la ACB el mallorquín apuntala su progresión con la NBA en el horizonte.
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