El portugués Jose Mourinho se coronó hoy en el Santiago Bernabéu rey de Europa con el Inter, a su manera, como lo hizo para destronar en semifinales al Barcelona, con la disciplina por bandera, con un planteamiento que puede parecer tan defensivo como eficaz.
Y lo hizo ante uno de sus maestros, el holandés Louis van Gaal, con el que coincidió en el club azulgrana entre 1997 y 2000, y en la que podía ser su casa si finalmente opta por dejar el club «nerazzurri» y ficha por el Real Madrid.
Más morbo en cuanto a su persona no podía haber en esta final. 'Mou' no defraudó a nadie y mucho menos sorprendió a nadie. Estuvo todo el partido de pie, en la zona técnica de los entrenadores, desde donde contempló el choque, dirigió a los suyos y hasta frenó un saque de banda rápido que pretendía hacer Arjen Robben.
Solventó la situación con maestría. Lo que parecía un momento de alta tensión, con las dos caras muy juntas, lo resolvió con una sonrisa hacia el holandés, que respondió de la misma manera, pero no soltó el balón hasta que le interesó.
Mientras que Van Gaal apenas abandonaba su sitio en el banquillo, el entrenador portugués seguía mucho más de cerca la partida de ajedrez en la que convirtió el partido.
Puede ser discutida la táctica que emplea Mourinho, con la disciplina defensiva de todo el bloque como bandera, sin alegrías ofensivas. Cede la posesión del balón y no da un metro atrás. Esto es prioritario e innegociable.
Pero nadie puede discutir su eficacia y efectividad. Con su 4-2-3-1 es innegable que alinea a cuatro jugadores de carácter ofensivo. En la final, como en otros muchos partidos, fueron Sneijder, Eto'o, Pandev y Diego Milito, pero todos trabajan y se repliegan como los soldados más disciplinados.
Para la afición del Inter es un ídolo, como también lo fue para la del Oporto, con el que consiguió su primer título continental hace seis años, e incluso para la del Chelsea.
Allá por donde ha ido como primer técnico ha triunfado, desde su arranque en el Oporto hasta hoy mismo. Dieciocho títulos en siete años jalonan su exitosa trayectoria.
En el Bernabéu acabó de golpe y porrazo con 45 años de travesía del desierto en la máxima competición continental para todo un grande de Europa como el club de Appiano Gentile que soñaba con rememorar los éxitos de la época de Helenio Herrera.
Mourinho entra de paso en los libros de historia, al convertirse en el tercer técnico que gana la máxima competición continental con dos equipos. Sus predecesores fueron Ernst Happel (con Feyenoord en 1970 y Hamburgo en 1983) y Ottmar Hitzfeld (Borussia Dortmund en 1997 y Bayern en 2001).
Ahora, según admitió él mismo, se va a tomar unas horas, unos días, para reflexionar sobre su futuro profesional. Aseguró que no se encontraba feliz en Italia al margen del Inter y todo apunta a que el Bernabéu será su próximo hogar.
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