De acuerdo con el semanario alemán, con esa «caja B» se sobornó a cuatro representantes asiáticos del comité ejecutivo de la FIFA, lo que dio a Alemania la elección como sede del torneo por 12 votos frente 11 de Sudáfrica y la abstención del neozelandés Charles Dempsey, en julio de 2000.
El semanario, a la venta este sábado, dedica su portada a la cuestión, con el título «El sueño de verano destruido», en alusión a la euforia que rodeó ese torneo, en que Alemania se presentó al mundo como una gran anfitriona y estandarte del juego limpio.
Ya en sus páginas interiores, según los avances difundidos este viernes por la redacción del semanario, se afirma que el entonces jefe de Adidas, Robert Louis Dreyfus, contribuyó a esa caja con 10,3 millones de francos suizos -unos 6,7 millones de euros-.
Ni en el presupuesto del comité ni en las cuentas posteriores quedó constancia del fondo, prosigue el semanario.
Un año y medio antes de la celebración del Mundial, por circunstancias confusas, Dreyfus reclamó la devolución de ese dinero, lo que logró a través de unas cuentas relacionadas con la FIFA y bajo canales no aclarados.
La existencia de la «caja B» era conocida por Beckenbauer, impulsor de la candidatura y luego presidente del comité organizador del Mundial, mientras que el actual presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), Wolfgang Niersbach, lo supo a más tardar en 2005, apunta ese medio.
Con esa caja negra se compró el voto de los cuatro delegados asiáticos del comité ejecutivo de la FIFA, que acabaron decantándose por Alemania -al igual que los representantes europeos- en la elección de la sede del Mundial.
El representante de Oceanía, Charles Dempsey, se abstuvo inesperadamente, según constata «Spiegel», lo que dio ese resultado definitivo favorable a Alemania.
Las informaciones avanzadas por «Spiegel» siguieron a un críptico comunicado emitido este mismo viernes por la DFB, en que se informaba de la existencia de «impurezas» en un pago de 6,7 millones de euros a la FIFA, en 2005, relacionados con la organización del Mundial 2006.
En ese texto, la DFB decía tener «indicios» de que en abril de 2005 el comité organizador del Mundial hizo esa transferencia a la FIFA y que ésta «probablemente no se utilizó para el fin a que estaba destinada».
Teóricamente, el dinero debía haber sido utilizado para el amplio programa cultural desarrollado en torno al Mundial.
El comunicado hacía hincapié, sin embargo, en que no se han observado «irregularidades» ni indicios de que tratara de comprarse los votos de los delegados de la FIFA para la adjudicación a Alemania del torneo, decisión que se adoptó cinco antes que ese pago.
La investigación en torno a ese pago está aún en curso y no hay «conclusiones definitivas», proseguía la DFB, que dejaba abierta la posibilidad de que exista incluso la posibilidad de pedir la restitución de ese dinero.
Las informaciones de «Spiegel» -que hasta ahora no ha precisado a qué fuentes se remite- cayeron como una bomba en Alemania, vigente campeona del mundo, que de pronto se siente involucrada en los escándalos de corrupción de la FIFA.
Dreyfus, fallecido en 2009, hizo esa aportación a la supuesta caja negra a título privado, apunta el semanario, mientras que por parte de Adidas no ha habido reacción alguna a la información.
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