Imagen del anuncio que ha hecho público el Barça este jueves.

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El Barcelona hizo oficial este jueves el traspaso de Riqui Puig a Los Ángeles Galaxy de la MLS de Estados Unidos e informó de que se reservará un derecho de recompra del jugador en un futuro así como un cincuenta por ciento de una futura venta.

Puig, canterano del conjunto azulgrana, llegó a la entidad que ahora preside Joan Laporta en 2013 procedente del Jàbac Terrassa como cadete. Poco a poco escaló en las categorías inferiores del Barcelona hasta debutar con el primer equipo el 5 de diciembre de 2018 ante la Cultural Leonesa en un duelo de la Copa del Rey.

A partir del curso 2020/21, según recordó el club azulgrana a través de un comunicado oficial, pasó a formar parte del primer equipo «a todos los efectos». En total, disputó 57 partidos en los que marcó dos tantos. En su palmarés, Puig, de 22 años, destacan una Copa del Rey (2020/21) y una Liga (2018/19).

A Riqui Puig se le convirtió en el símbolo de La Masía, del famoso ADN Barça. Y él seguramente se dejó utilizar. Lejos de rebelarse en el terreno de juego y demostrar de lo que era capaz, aunque fuera lejos del Camp Nou, aceptó convertirse en un icono de la cantera azulgrana casi sin jugar.

No logró la continuidad ni con Valverde, el técnico que le hizo debutar, ni con Quique Setién ni con Koeman -con el que tuvo la relación más tormentosa- ni tampoco con Xavi, a priori, el entrenador que mejor encajaba con su estilo. Pocas participaciones con el primer equipo repartidas en cuatro temporadas y solo 14 de ellas como titular.

Pese a ser carne de banquillo, Riqui siempre ha parecido sentirse a gusto con su rol de estrella emergente, ese papel que en el fútbol profesional a menudo acaba pasándote factura hasta convertirte en un juguete roto más.