Echaniz, que alcanzó la final con el duodécimo crono, el peor de los clasificados, marcó un tiempo de 88.87 que le permitió dar la sorpresa y meterse en el podio, por detrás del italiano Giovanni di Gennaro (88.22) y del francés Titouan Castryck (88.42). Incluso hubiera ganado de no haber penalizado por un toque en la puerta ... 'con la hebilla del casco'.
Hijo de Xabi, olímpico en su etapa en activo y técnico suyo y de Maialen Chourraut, la triple medallista española, volvió a demostrar su arrojo. El palista nacido en San Sebastián hace 23 años demostró que no solo es un valor de futuro. Ya lo es de presente. Además, como dice su padre, es un 'tiburón competitivo'.
En la semifinal tuvo un toque en la puerta nueve y sabía que tenía que regular, que no podía cometer un error. Quizá lo hizo demasiado, pero le valió para, con 96.11, acabar en la duodécima posición y pasar a la final olímpica, como había hecho en los pasados Juegos su compañero David Llorente, que en Tokio fue décimo. Aprovecharon los Echaniz para analizar la bajada y ver los puntos en los que podía mejorar en la final. Convencido y con las cosas claras, fue el primero en partir en el descenso definitivo, lo que siempre es una desventaja.
El palista vasco se lanzó al canal del estadio náutico de Vaires-sur-Marne absolutamente convencido, desbocado incluso. Su bajada fue extraordinaria, precisa, tan solo empañada por ese toque con la hebilla del casco en la puerta diecinueve. Aún así, su tiempo, 88.87, vaticinaba grandes opciones.
Pau Echaniz lo celebró nada más cruzar la meta. Aún así le quedaban los once rivales por competir. Ninguno de ellos parecía estar en condición de superarle hasta que apareció el italiano Giovanni de Gennaro, primero, con 88.22, y el joven francés Titouan Castryck, con 88.42, para rebasarle en unos minutos de tremendo nerviosismo y tensión.
Ni siquiera el defensor del título, el checo Jiri Prskavec, pudo con él. Tampoco el británico Joseph Clarke (89.92), campeón en Río 2016 y el más rápido en la semifinal. Por fin, tras casi media hora de nervios, de aguantar, pudo celebrar junto a toda la delegación un absoluto éxito para él mismo, para el piragüismo eslalon y el deporte español y seguir la estela triunfante en los Juegos de Maialen Chourraut, poseedora de las otras tres medallas en la cita olímpica, bronce en Londres 2012, oro en Río y plata en Tokio.
Como dice Javi Hernanz, presidente de la Federación Española, Pau Echaniz tiene un 'flow increíble' que sacó de sí mismo lo mejor en el momento que lo tenía que hacer, un diamante, un tiburón que se comió a los peces, a los grandes monstruos de la especialidad.
Ya había saboreado podios en categorías inferiores e incluso en la absoluta por equipos junto a David Llorente y a Miquel Travé, también presente en París 2024 y que se quedó cerca también de subir al podio en C1. Llegó sin hacer ruido, prudente, con ambición pero cautela, dispuesto a dar su mejor versión y disfrutar. Y sale por todo lo alto, tocando la gloria olímpica, con un resultado que supone un éxito de grandes dimensiones.
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