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IÑAKI DUQUE (EFE) El equipo español femenino de gimnasia artística ingresó en la élite mundial de este deporte y formuló una firme apuesta de futuro con la quinta posición que ocupó en la final por naciones disputada en el Superdome de Sydney.

Rumanía, que recuperó la gloria de la medalla por equipos dieciséis años después de que la conquistara en Los Àngeles con la espléndida Ecaterina Szabo al frente, logró la medalla de oro, por delante del equipo ruso de Jórkina, Produnova y Zamolódchikova, y China. Con un equipo en el que la más veterana tiene dieciocho años y en el que tres de sus competidoras no pasan de los dieciséis, edad mínima permitida por la Federación Internacional, el conjunto de Jesús Carballo no sólo igualó la quinta posición de Barcelona 92, sino que puso los cimientos para éxitos venideros.

Situadas como primera potencia de la Europa occidental, por encima de Ucrania, vigente subcampeona de Europa y tercera en el último mundial, Marta Cusidó, Susana García, Laura Martínez, Sara Moro, Paloma Moro y Esther Moya ofrecieron un magnífico espectáculo y demostraron una admirable cohesión y apoyo entre todas ante los ojos de miles de espectadores, entre los que se encontraba la infanta Cristina.

Superados los nervios que condicionaron parte de su actuación en la jornada clasificatoria, las gimnastas españolas superaron en casi seis décimas su puntuación, lo que les sirvió para clasificarse por encima de Estados Unidos, pero no para soñar con el bronce. El equipo de Estados Unidos perdió su condición de campeón, pero quiso demostrar que está en vías de rehabilitación. Una vez más, Esther Moya, que tuvo un pequeño problema en un pie, fue la mejor del equipo español, con una resultado de 38'567 puntos, lo que le hace concebir esperanzas de alcanzar un diploma olímpico en el concurso individual general.