La condición de número 23 del mundo de Costa y su expediente
profesional no impresionaron en absoluto al zimabuo Kevin Ullyett,
un anónimo visitante de fases previas y torneos menores pero que
desarmó al leridano con entusiasmo, sangre fría en los momentos
decisivos y, sobre todo, un servicio destructivo, al menos en
rebound ace. A Costa de nada le valió su experiencia. La selección
de voleibol cedió ante una Cuba presionada por la imperiosa
necesidad de triunfo si no quería verse su clasificación en brumas.
La hipermotivación de los caribeños y el enorme acierto en sus
saques obligaron a España a ir siempre a rueda. Demasiados errores
colaboraron con el triunfo cubano.
La malagueña María Peláez se llevó ayer posiblemente la mayor
decepción de su vida profesional. En 2.14.66 minutos, lo que tardó
en nadar estilo mariposa 200 metros en la piscina del Aquatic
Center, pasó de cualificada aspirante a medalla a eliminada en
series. También se quedó sin la plusmarca nacional. Mireia García,
que le arrebató el récord, se quedó a 35 centésimas de entrar en
esa final. En 100 libre, Javier Botello cayó en series. En la bahía
de Homebush la flota española, salvo el barco de la clase 49er, que
ayer no participaba, continúa a la deriva. La falta de viento
obligó a la suspensión de las dos regatas previstas en Tornado,
pausa que debería beneficiar a los vigentes campeones olímpicos,
Fernando León y José Luis Ballester.
Después de cerrar el sórdido recuerdo de Angola con un triunfo,
el cuadro de Lolo Sainz calibró argumentos con alguien de su nivel
y salió perdiendo. Rusia usó un arma secreta para ejecutar al
equipo español: Serguéi Chikalkin acribilló desde el exterior a la
complaciente defensa de España.
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