Quizás, su mejor virtud esté en poner al servicio del equipo el
talento que administra cada uno de sus componentes. Clasificar a
José Luis Oliete Terraz e identificarlo con una corriente o un
estilo es complejo, fundamentalmente porque en su manual el
entrenador es una pieza más del engranaje y no alguien que impone
formas de vida. Su hoja de servicios deja claro que cuando ha
podido dibujar los planos y montar el andamiaje, los resultados han
sido óptimos, aunque cuando se ha encontrado equipos hechos, su
adaptación ha sido tan rápida como agradable.
Drac Inca se reencontrará el sábado en Los Barrios con el
entrenador que siempre ha querido fichar. Su trabajo en Maó, donde
jugó un papel determinante en el crecimiento y expansión del club,
nunca pasó desapercibido en la isla grande. De hecho, a la
conclusión de la temporada 98/99, sólo la aparición del León, que
por aquel entonces todavía poseía credenciales ACB, impidió que se
suscribiera una sociedad que se daba por hecha.
Oliete, formado en el desaparecido CAI Zaragoza, fue alumno de
Abós, aunque también representa su mejor versión. Casi todo lo que
se le echa en falta al técnico del Drac Inca se magnifica en el que
fuera su base titular en el primer campeonato de España júnior que
ganó Abós. La relación que han mantenido ambos durante un buen
puñado de años ha sido tormentosa, aunque el verano de 2000 fue
protagonista de una esperada reconciliación.
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