Desenganchado y constantemente atascado, el cuadro balear vivió un
calvario durante buena parte del primer acto. Martín Palermo se
burló de Marcos "«pásamela, pásamela», le gritó al centrocampista
en una acción aparentemente muerta y cargó de plomo las alforjas
locales.
Al Mallorca le costó horrores digerir la picaresca argentina,
tanto que pudo haber salido muy mal parado de una carrera de Guayre
por la banda derecha. Sin más tiempo para proyectar la catarsis que
el cuarto de hora de descanso, todo viró con Ariel Ibagaza metido
de lleno en el asunto. Lo agradeció Samuel Etoo, Walter Pandiani y
todo el equipo. Manzano no tocó nada "mantuvo el dibujo y los once
jugadores tras el descanso" y su alergia a la revolución fue la
mejor de las decisiones. Sin mover nada, la cita dio la vuelta. El
impermeable Villarreal dejó de serlo y el oxidado Mallorca se
regeneró de arriba a abajo.
De hecho, hasta que David Cortés cometió un tremendo error de
cálculo y decidió asistir a Samuel Etoo en vez de intentar fusilar
a Reina, el cuadro bermellón fabricó veinte minutos
extraordinarios, aunque también fue necesaria otra acción cargada
de puerilidad para que la rehabilitación cobrara tangencia en el
marcador. Pepe Reina dudó tanto tras un centro de Poli al interior
del área que se quedó a medio camino. Walter Pandiani tuvo todo el
tiempo del mundo para rememorar sus tiempos de jugador de voleibol
"así dicen que ha desarrollado su gran potencia de salto" y mandar
el balón a la red tras un estupendo testarazo (minuto 56).
Todo llegó de golpe y en forma de cascada. Samuel Etoo, aislado
y fuera de contexto durante todo el primer tiempo, también hizo
acto de presencia y mucho ruido. De sus botas surgió la conexión y
la asistencia que dejó a Pandiani y al guardameta del Villarreal en
la más absoluta intimidad, aunque esta vez Reina anduvo más fino y
detuvo el disparo del uruguayo. En pleno aluvión, Poli remató al
travesaño. El rival estaba atemorizado, desencajado, aunque la
traca acabó con un contragolpe alumbrado en el área de Leo Franco y
que Cortés quiso adornar demasiado. No es que su elección resultara
desastrosa, sino que el servicio a Etoo llegó demasiado tarde o
demasiado pronto. Tirar a puerta hubiera sido la mejor elección y
uno de los centrales se cruzó en el camino.
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