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El Real Mallorca afronta esta noche el primer partido con pinta de final y lo hace en un estadio históricamente difícil pero donde consiguió esta misma temporada vencer por un gol a tres. Hoy vuelve la Copa y los de Manzano se juegan el poder acceder a los cuartos de final de la competición del KO. Un torneo, el de la Copa, atractivo dentro y fuera del vestuario. Dentro porque los futbolistas son conscientes que a medida que van transcurriendo las eliminatorias la competición gana en interés y, a su vez, en promoción, y fuera, porque la hinchada balear ha degustado en más de una ocasión las mieles de la gloria, aunque no llegara a ver a ninguno de sus futbolistas alzarse con ningún trofeo que le acredite como campeón.

Por todos estos motivos, y por lo comentado anteriormente de que ya se ganó una vez esta temporada al Valladolid en su casa, el equipo parte hoy destino Pucela con las ideas claras y el objetivo de ir a por todas. De entrada, el choque tiene un planteamiento diferente a un encuentro normal. Se parte con la clara desventaja de que es necesario ir a buscar el gol que pueda deshacer el empate a cero, marcador este final que favorece a los locales, al igual que el empate a uno.

De ahí que, si un equipo, al menos de entrada, no va a especular ni con el partido ni con el marcador, éste será el Real Mallorca. La victoria conseguida frente al Rayo Vallecano supone un balón de oxígeno extra para el equipo que debe ahora afrontar un choque en el que es imprescindible manejar, más que nunca, los llamados tiempos de partido. Gregorio Manzano dispone de toda su plantilla, a excepción de los jugadores lesionados y de Samuel Etoo que, con el de hoy, cerrará su ciclo de cuatro partidos sancionado por la patada que propinó a Thiago Motta con motivo del partido disputado entre Mallorca y Barcelona.

El cuadro balear tiene, por lo tanto, la necesidad de ir a buscar la meta rival, aunque hay tiempo para ello y bajo ningún concepto debe caerse en la precipitación. Si en el primer partido Manzano apostó preferentemente por un esquema basado en un grupo mayoritario de jugadores no habituales, posiblemente hoy la proporción sea menor ya que la necesidad obliga al técnico a apostar por el mejor equipo posible para continuar con opciones en un competición que ahora ya se reviste de un atractivo muy especial.