Carlos Domínguez y Fernando Niño se abrazan tras el segundo gol del delantero andaluz en Valladolid.

TW
0
Valladolid 1
Real Mallorca 4

El Mallorca volvió a encontrar a Carlos. El delantero balear agarró de nuevo a su equipo y lo dejó esta vez en los cuartos de final de la Copa del Rey. El cuadro de Manzano ofreció su mejor versión en Valladolid y arrolló a un rival que a la media hora de partido había sufrido tres latigazos de Carlos Domínguez. Condenado a ganar para seguir vivo -el partido de ida se saldó con empate a dos-, el Mallorca redactó en Pucela un tratado de fútbol exquisito. Su superioridad resultó abrumadora, aunque fue Carlos quien se obsesionó en personalizar la eliminatoria.

El atacante andaluz marcó tres goles y desquició por completo a la zaga local, que nunca encontró soluciones para frenar las embestidas del punta de Mairena. Pero no sólo Carlos se enfundó el traje de «crack» en un partido sin retorno. Ariel Ibagaza y Walter Pandiani se sumaron al festival. Los tres formaron un triángulo letal. Esta pequeña sociedad dejó en evidencia las carencias de la defensa vallisoletana, que sólo pudo ser testigo de excepción de una obra maestra, la que construía sobre el helado césped de Zorrilla el once de Gregorio Manzano.

Al margen del susto que Fernando Sales dio en el arranque del encuentro, todo lo que ocurrió a lo largo del partido llevó siempre selló balear. A los cinco minutos, Carlos ya había adelantado al Mallorca; a los diez marcaba el segundo y superada con timidez la media hora patentaba su particular «hat-trick». Al descanso los rojillos habían dejado la eliminatoria liquidada, aprovechando que el Real Valladolid, contrariamente a lo que se preveía, salió tan frío como el ambiente que rodeaba la eliminatoria.

Fue uno de esos parñtidos en los que todo funciona y cuando se comete un error, la fortuna se alía con quien más méritos hace para ganar. Fue lo que sucedió anoche en el José Zorrilla. El Mallorca se enfundó el traje de equipo grande y en más de una ocasión empezó a jugar de memoria. Así es como les gusta a los entrenadores que se apliquen sus equipos. El Mallorca trianguló, jugó por las bandas; maniobró bien en el centro del campo, generó un buen puñado de ocasiones