La plantilla del Mallorca se ha acostumbrado a convivir con el
aire. El equipo de Manzano puso rumbo a Cádiz a principios de enero
para iniciar un mes frenético, histérico, cargado de kilómetros,
viajes, maletas, hoteles y concentraciones. El desplazamiento a A
Coruña va a cerrar un ciclo de ocho visitas a la Península en
apenas 30 días, con toda la carga que eso supone para las piernas
de los futbolistas, hastiados de tanto ajetreo.
Regreso a Palma el viernes y viaje a Málaga el sábado para
enfrentarse al grupo de Joaquín Peiró en la Liga (26-01-03).
Gregorio Manzano tuvo sólo un día para preparar la cita de La
Rosaleda, en la que los rojillos perdieron. Dos trayectos para la
ida y dos para la vuelta, con aterrizaje en Palma alrededor de las
2.00 horas de la madrugada. Además, el partido en tierras andaluzas
supuso el cierre de la primera vuelta, por lo que el Mallorca se
encontraba con un nuevo viaje una semana más tarde. La plantilla se
desplazó a Valencia el pasado sábado en el inicio del mes de
febrero; el regreso se produjo el domingo por la noche, y esta
misma tarde el equipo pone rumbo a Galicia. Los isleños viajan en
dirección a Santiago de Compostela y realizarán el trayecto hacia A
Coruña en autocar, por lo que la dificultad del desplazamiento se
acentúa. Además, el regreso está previsto el jueves vía Madrid,
algo que añade dos trayectos más de avión.
Las molestias de Leo Franco y los problemas musculares de
Fernando Niño han evidenciado que el vestuario mallorquinista está
castigado por la acumulación de partidos. El avance bermellón en la
Copa y el inicio de la segunda vuelta -algo que ha obligado a
disputar dos partidos consecutivos lejos de Palma- han iniciado un
peligroso ejercicio de erosión en la salud de los jugadores, que
han perdido la perspectiva del lugar en el que se encuentran.
Apenas unas horas después de que el Mallorca aterrizara en Son Sant
Joan procedente de Valencia, esta tarde vuelve a montarse en un
avión con destino a Santiago de Compostela.
El primero de los desplazamientos fue a Cádiz (1 de enero de
2003) para jugar ante el Sevilla, que tenía clausurado su estadio.
El conjunto rojillo viajó hasta la capital hispalense y
posteriormente se desplazó en autocar hacia el Ramón de Carranza;
al finalizar el encuentro, el equipo hizo el mismo trayecto a la
inversa. Siete días más tarde, el Mallorca se desplazó hasta Madrid
para enfrentarse, también en Liga, al Rayo Vallecano (12-01-03). El
sencillo vuelo a Vallecas dio paso al viaje a Valladolid apenas
tres días más tarde, porque el grupo de Manzano disputaba los
octavos de final de la Copa. La plantilla partió hacia Madrid y
posteriormente viajó hasta Pucela en autocar, en otro de los
desplazamientos complicados de esta temporada (15-01-03).
El Mallorca jugó en Liga en Son Moix ante el Recreativo de
Huelva, pero tres días después puso rumbo a Madrid para enfrentarse
al conjunto de Vicente del Bosque en los cuartos de final de la
Copa del Rey (23-01-03).
El desplazamiento más dulce sería el de la final de Copa.
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