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Filippo Volandri no es Santiago Nasar, pero el triunfo de Carlos Moyà en esta primera ronda de Roland Garros era la crónica de una victoria anunciada. El mallorquín se ha marcado como único objetivo repetir el triunfo que cosechara en 1998 y ha iniciado su camino en la edición de 2003 imponiéndose (7-6, 4-6, 6-2 y 6-3) a uno de los jugadores con mayor proyección. Su rival en la segunda ronda será Mark Philippoussis.

Moyà lleva muchos años instalado en la cima y sus rivales le conocen a la perfección aunque nunca se hayan enfrentado con él. Filippo Volandri descubrió muy pronto su táctica. Le buscó el revés desde el primer punto e imprimió un ritmo muy alto al partido. El balear disfrutó de pelotas de break en el segundo juego, pero el primero en romper el servicio de su adversario fue Volandri. Moyà se estaba mostrando seguro con su servicio y aprovechaba para entrar de derecha, pero en el sexto juego el italiano avisaba.

No tardó el reaccionar el mallorquín. Al juego siguiente Moyà recuperaba el break y el partido caminaba irremediablemente al tie break. El balear se ha convertido en uno de los mejores especialistas en estos desempates y no tardó en corroborarlo al colocarse con un 6-3 arriba. Pero Carlos no sería Moyà si no se complicara el partido y desperdició hasta cuatro pelotas de set antes de anotarse el parcial por 9-7.

Desafortunadamente para jugadores como Carlos Moyà ser «top ten» ya no significa lo mismo que hace unos años. Los jóvenes no respetan a nadie y Volandri es en este sentido muy irreverente. Recuperó el break que le hizo Moyà en el juego inicial, rompió su servicio en el cuarto y décimo juegos y se anotó el set por 4-6. Moyà es uno de los jugadores que mejor entiende lo que el tenis tiene de ajedrez y de caza. Dejó que Volandri se agotara y, tras pedirse mayor autodeterminación con el revés, le infrigió un ritmo vertiginoso al choque.