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El mallorquín Carlos Moyà piensa que se la ha tratado injustamente en el Open de Australia, donde la organización del torneo no le ha concedió el día que había solicitado para recuperarse de su lesión del tobillo derecho y poder afrontar su partido de primera ronda ante James Blake. Moyà comprobó en el entrenamiento que no podía jugar y decidió retirarse del primer Grand Slam de la temporada. Carlos Moyá no escondió su enfado y señaló que si en vez de ser él hubiera sido el estadounidense Andre Agassi o algún jugador australiano, la organización del Open de Australia le hubiera proporcionado un día más para poder recuperarse de la lesión y no hubiera tenido que retirarse sin pisar la pista. El mallorquín partía como séptimo cabeza de serie de este primer Grand Slam de la temporada, en el que fue finalista en 1997 contra Pete Sampras, dándose a conocer al mundo, y en el que se ganó las simpatías del público australiano por su juego y al despedirse con aquel célebre «hasta luego, Lucas».

Moyà siempre ha dicho que toda su carrera empezó en Melbourne y que le debe mucho a este torneo, pero ayer comprobó, muy a su pesar, que después de haber dado tanto la respuesta que ha recibido no ha sido ni la correcta, ni la que él esperaba. «Es una decisión dura, pero es lo mejor para mí porque estamos empezando el año y no es cuestión de arriesgar», dijo Moyá, «aparte me dolía y aunque el tobillo está mejor que ayer y que hace dos días, veo difícil ganar así un partido a Blake al mejor de cinco sets».

El jugador español se había proclamado campeón del torneo de Madras hace dos semanas y después de ganar nueve partidos seguidos se enfrentó al australiano Lleyton Hewitt en la final de Sydney el sábado. Con 3-3 en el marcador se torció el tobillo al golpear de derecha y abandonó luego con 4-3. Poco después un reconocimiento médico en el hospital confirmaba que tenía un fuerte esguince, grado entre 1 y 2, en el ligamento lateral externo del tobillo (ligamento peroneo astragalino anterior). Tras el entrenamiento matinal de ayer, junto a su nuevo preparador físico, Juan Antonio Martorell, y su entrenador, Joan Bosch, Moyà confirmaba que no podía seguir adelante y que aunque se encontraba en un gran momento de forma, no podía arriesgar en una temporada en la que tiene grandes aspiraciones y a la vuelta de la esquina el compromiso de la Copa Davis contra la República Checa en Brno. «He decidido que era mejor dejarlo», señaló el mallorquín con pena, «pero todos los doctores que he visto me han dicho que si hubiera tenido un día más libre habría tenido bastantes posibilidades de jugar mañana -por hoy-».