Era un día para pocos fastos, pero que le acabó sirviendo al
Mallorca para reencontrarse con muchas cosas. Principalmente con la
victoria, algo que parecía pretérito. También con la hinchada,
incansable ayer. Incluso con el juego, que por momentos tuvo un
nivel notable gracias a la sociedad Pereyra-Colsa. El equipo de
Luis se ha dado un respiro, se ha concedido una semana apacible
gracias al atrevimiento de Ramis, la puntería de Perera y a Etoo,
siempre una garantía. El peligro parece ahora algo más lejos, en
parte porque este tipo de triunfos tienen una trascendencia mayor.
En parte, porque los rivales por la permanencia también han dado
síntomas de agotamiento (4-2).
Algo acelerado, pero muy animoso. Así se presentó el Mallorca
por el partido, en un intento por no confundir las prisas con la
velocidad. Lanzado por Colsa y con una transición digna del balón,
el equipo de Luis tuvo un buen aspecto siempre, incluso cuando el
Deportivo empató o se acercó con el gol de Djalminha. Aún
atascándose en algunas fases, el Mallorca propuso un juego vertical
y agresivo que sorprendió de inicio al Deportivo, que tuvo recular
en los primeros minutos, en los que los baleares atropellaron.
Primero Etoo remató alto de cabeza una entrega desde la derecha de
Pereyra y poco después Correa acertó con una volea tras un esfuerzo
de Delibasic; el serbio le había rebañado un balón a Andrade, un
central estupendo. Llegó al límite del campo, levantó la cabeza y
vio al uruguayo, al fondo (1-0).
El gol ayudó a ordenarlo todo un poco más, hasta el punto de que
Colsa fue creciendo por encima de Valerón. El canario, un tirillas
con un talento enorme, cayó a medida que Colsa tenía el gobierno de
la pelota. El cántabro por fin se asoció bien con Pereyra y todo
eso dio con un Mallorca más aseado. A pesar de que el juego de
bandas fue una burla, Etoo y Delibasic tuvieron suministro
suficiente como para desarmar al Dépor, que estuvo muy blando. Con
todo, el grupo de Irureta tiene un instinto de supervivencia
extraordinario y se las apañó para igualar el partido con lo justo;
un desmarque de Víctor, un servicio al centro y un remate mordido
de Munitis, que irrumpía desde atrás.
En esas se encontraba el Mallorca, ofreciendo una versión más
que aceptable pero perdiendo otra vez. Fue entonces cuando emergió
Ramis, un tipo que parece que lleva toda la vida en esto. Se alzó
en un saque de esquina y dejó el partido como al principio, color
rojo. Antes Colsa y Correa se habían acercado al gol, como si
apenas quisieran dejar tiempo para que el Deportivo despegase.
Luego, Campano se desplomó en el área en una jugada que originó el
tercer gol, poco antes de que Djalminha acercara nuevamente a los
gallegos, que se levantaban tras cada bofetada isleña. Hasta que
Etoo encontró a Jesús Perera, que lanzó un desmarque perfecto y
coló la bola entre las piernas de Molina, a medio camino. Ahí se
acabó el fútbol, pero se abrieron de par en par las puertas de la
permanencia.
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