Fernando Correa, con los brazos en alto, festeja el tanto que firmó ante el Deportivo, el que abrió el marcador en Son Moix. Foto: MONSERRAT

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Era un día para pocos fastos, pero que le acabó sirviendo al Mallorca para reencontrarse con muchas cosas. Principalmente con la victoria, algo que parecía pretérito. También con la hinchada, incansable ayer. Incluso con el juego, que por momentos tuvo un nivel notable gracias a la sociedad Pereyra-Colsa. El equipo de Luis se ha dado un respiro, se ha concedido una semana apacible gracias al atrevimiento de Ramis, la puntería de Perera y a Etoo, siempre una garantía. El peligro parece ahora algo más lejos, en parte porque este tipo de triunfos tienen una trascendencia mayor. En parte, porque los rivales por la permanencia también han dado síntomas de agotamiento (4-2).

Algo acelerado, pero muy animoso. Así se presentó el Mallorca por el partido, en un intento por no confundir las prisas con la velocidad. Lanzado por Colsa y con una transición digna del balón, el equipo de Luis tuvo un buen aspecto siempre, incluso cuando el Deportivo empató o se acercó con el gol de Djalminha. Aún atascándose en algunas fases, el Mallorca propuso un juego vertical y agresivo que sorprendió de inicio al Deportivo, que tuvo recular en los primeros minutos, en los que los baleares atropellaron. Primero Etoo remató alto de cabeza una entrega desde la derecha de Pereyra y poco después Correa acertó con una volea tras un esfuerzo de Delibasic; el serbio le había rebañado un balón a Andrade, un central estupendo. Llegó al límite del campo, levantó la cabeza y vio al uruguayo, al fondo (1-0).

El gol ayudó a ordenarlo todo un poco más, hasta el punto de que Colsa fue creciendo por encima de Valerón. El canario, un tirillas con un talento enorme, cayó a medida que Colsa tenía el gobierno de la pelota. El cántabro por fin se asoció bien con Pereyra y todo eso dio con un Mallorca más aseado. A pesar de que el juego de bandas fue una burla, Etoo y Delibasic tuvieron suministro suficiente como para desarmar al Dépor, que estuvo muy blando. Con todo, el grupo de Irureta tiene un instinto de supervivencia extraordinario y se las apañó para igualar el partido con lo justo; un desmarque de Víctor, un servicio al centro y un remate mordido de Munitis, que irrumpía desde atrás.

En esas se encontraba el Mallorca, ofreciendo una versión más que aceptable pero perdiendo otra vez. Fue entonces cuando emergió Ramis, un tipo que parece que lleva toda la vida en esto. Se alzó en un saque de esquina y dejó el partido como al principio, color rojo. Antes Colsa y Correa se habían acercado al gol, como si apenas quisieran dejar tiempo para que el Deportivo despegase. Luego, Campano se desplomó en el área en una jugada que originó el tercer gol, poco antes de que Djalminha acercara nuevamente a los gallegos, que se levantaban tras cada bofetada isleña. Hasta que Etoo encontró a Jesús Perera, que lanzó un desmarque perfecto y coló la bola entre las piernas de Molina, a medio camino. Ahí se acabó el fútbol, pero se abrieron de par en par las puertas de la permanencia.