Cuatro partidos amistosos, una victoria, un empate y dos derrotas.
Veintiún jugadores utilizados y una conclusión: a Benito Floro le
queda trabajo para construir un bloque sólido y compensado que
inspire confianza dentro de tres semanas, cuando el Real Mallorca
abra el candado del estadio de Son Moix con el Real Madrid como
testigo. El grupo de Floro ha rociado de luces y sombras su gira
por Inglaterra. El primer Mallorca del verano ha sido un bloque
descarado con el balón y nervioso sin él, un equipo que en terreno
enemigo ha mostrado todas sus virtudes, pero al que el rival le ha
creado excesivo peligro en su área, destapando las carencias del
pasado.
El Mallorca tiene un agujero negro en los laterales. Tanto
Campano, a quien Floro ha probado como sustituto del lesionado
Cortés, como Poli han descuidado sus espaldas con facilidad, un
error que ha provocado una catarata de ocasiones en contra. El
Mallorca apuntó detalles ante el Marítimo (1-1, ganó en los
penaltis), se apoyó en un extraordinario Arango pero naufragó en la
línea de fondo frente al Leicester (4-2), encandiló en la primera
parte y se hundió tras el descanso contra el Middlesbrough (3-1) y
ganó en su peor partido frente al Norwich (0-1).
Floro ha apostado por una defensa en zona que asume riesgos
cuando el equipo ataca -línea de cuatro en el centro del campo y
portero fuera del área- y que apuesta por la solidaridad cuando es
el rival quien tiene el balón. Entonces, los dos medios centros, se
ponen el mono de trabajo. El centro del campo es una línea de
cuatro con dos interiores bien abiertos, generalmente Marcos Vales
por la derecha y Juan Arango por la izquierda, con Pereyra en la
distribución y Marcos o Nagore en la destrucción. Cuando uno de
ellos adelanta sus líneas, el compañero tiene la obligación de
cubrirle la espalda para tapar los huecos.
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