En las quinielas, muchos pronósticos auguran que el Drac Inca
estará entre los cuatro mejores de la LEB-2. Su condición de recién
descendido y la calidad que atesora su plantilla no ofrecen dudas
sobre las prestaciones que en las series de ascenso deberían
ofrecer los hombres de Juan Díaz.
El hecho de que el Drac Inca sea el duodécimo equipo en la
clasificación parcial de la segunda vuelta (1-3) tiene un amplio
catálogo de justificaciones. Pese a que estos mismos jugadores han
demostrado que pueden salir adelante sin apuros, la baja de Quique
Moraga se ha notado bajo los tableros. El pívot será examinado del
dedo de su mano en Barcelona y su regreso al cinco debe dar un
mayor toque de calidad.
La primera vuelta no pudo acabar mejor para los de es Raiguer.
Cinco derrotas y acariciar el billete para la Copa sirvieron para
presentar la candidatura de un peso pesado en la categoría de
bronce. La capacidad de reacción del grupo quedó demostrada tras
sufrir un serio revés en Sabadell. Su fisonomía no volvió a ser la
misma desde entonces. Hasta que llegó el desplazamiento a La
Laguna. El 71-68 dejaba fuera de la Copa LEB-2 al Inca y abría una
fase plagada de infortunio.
Si el inicio de la primera vuelta había resultado accidentado
-Bruesa y Pozuelo- el de la segunda no ha ido mejor. Al tropiezo en
cancha canaria se añadió el padecido en feudo del Bruesa (93-77).
La tregua llegó de la mano de la épica. Con los recursos contados,
sin bases y echando mano de la casta, el Pozuelo fue víctima de la
mejor versión de un Drac Inca de circunstancias (74-72).
Ahí acabó un momento dulce para los del Palau, que afrontaban el
derbi con sus efectivos limitados y la intención de apuntillar a un
Alcúdia que cotizaba al alza. Pero las tornas se giraron y en un
partido eléctrico, los de Pozuelo se llevaban una victoria (77-67)
que adquiría un valor notable para el Inca al perder ebasket
average directo.
El verdadero punto de inflexión se produjo el pasado viernes.
Pocos contaban con una derrota frente al Celso Míguez, que sin
hacer ruido se había instalado en la zona que delimita los
playoffs. Ésta llegó (77-87) y el Drac Inca se precipitó hasta la
séptima plaza (11-8), un lugar en el que no está acostumbrado a
desenvolverse.
El calendario es uno de los principales inconvenientes con los
que ha topado el Inca. Bruesa, Pozuelo, Alcúdia, Celso Míguez... Y
ahora aguardan Gandía y el intratable Burgos de José Luis Oliete.
Las cuatro derrotas en cinco encuentros han minado la moral de una
vestuario que se ha conjurado para recuperar su mejor baloncesto, y
con ello el lugar que le corresponde al Drac Inca.
El club también se mueve en los despachos y está en el mercado.
Reforzar la plantilla con un interior extracomunitario no es una
obsesión, pero sí uno de los planes de futuro para encarar las
series de ascenso con suficientes garantías. Todo ello ha llevado
al Drac Inca a un lugar que no le corresponde y del que Juan Díaz y
sus hombres deben salir por la vía rápida y sin tapujos.
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