Era un día reservado para los fastos de Fran y Mauro Silva, pero
andaba el Mallorca muy necesitado como para ir poniendo velas a las
tartas. Angustiado porque el torneo se consumía y el Levante seguía
por delante, el grupo de Cúper llegó a Riazor con las urgencias de
un enfermo. Por eso no le hizo ningún guiño a las celebraciones
deportivistas y por eso en apenas diez minutos ya se había
granjeado un excelente futuro por el partido, al que fracturó muy
pronto. El Mallorca tuvo suficiente con un par de acelerones de
Okubo para darse una alegría y darle un revolcón a su situación en
la Liga, que ahora es algo más plácida. Ha acelerado el Mallorca en
el momento oportuno, justo cuando más calentaba el sol, y ahora se
encuentra por delante del Levante y a un partido de sellar la
permanencia en Primera (0-3).
Tardó poco en arrearle el Mallorca al Deportivo, lo que necesitó
Okubo para encontrar el espacio y tirar una carrera. Andaba el
Deportivo con lágrimas en los ojos por el homenaje a Fran y Mauro
Silva y el equipo de Cúper advirtió que era el momento de darle un
achuchón a la cita. Okubo lanzó un desmarque hacia la derecha, rajó
a Romero con un notable quiebro y puso el balón en el área, en la
que irrumpió Farinós para empujar la pelota de forma placentera a
la red (minuto 9). Determinante en el tramo final del torneo, el
delantero japonés ha asumido una enorme cuota de responsabilidad en
el equipo, que le ha convertido ahora en un icono del
contragolpe.
Se acercó al gol en Pamplona, creció ante el Athletic y ayer le
atizó al Deportivo, un grupo excesivamente blando de cintura para
abajo. Okubo encontró un chollo en la banda izquierda, a la que
calló con un esfuerzo generoso. Allí comprobó que Capdevila no
cerraba y que Romero anda algo torpe como central, y decidió el
nipón concederse un partidazo. Siempre se movió con sentido. Un
centro desde la izquierda, prolongado con la cabeza por Víctor,
encontró los pies de Arango, que largó un zurdazo escalofriante
(minuto 36).
El Deportivo decidió entonces entregar las armas, pero hasta ese
momento había perseguido con insistencia el empate. Moyà se pasó
más de 20 minutos escupiendo remates; ahora uno de Sergio desde la
frontal, que si un tiro sesgado de Víctor, que si un zapatazo de
Xisco. El Mallorca había sesteado con el 0-1 -a pesar de que
Pereyra estrellara un balón en el poste a la salida de un córner- y
el gol de Arango actuó como bálsamo. Eso le otorgó al grupo de
Cúper la posibilidad de zamparse al Deportivo al contragolpe y en
eso el Mallorca actual se maneja como nadie. Okubo estuvo muy cerca
del tercero tras lanzar otra zancada que dejó en cueros a Romero,
pero su definición fue deficiente (minuto 39). El primer tiempo
echaba el cierre con una exhibición de pegada mallorquina y con la
sensación de que la permanencia ya era algo tangible.
Irureta puso a Fran sobre el tapete en el segundo acto, pero ni
por esas mejoró el Deportivo, que anda en otra historia. Apenas
pudo la hinchada echarse a la boca un escorzo de Luque que marchó
alto, pero poco más. El Mallorca tenía suficiente con presionar
bien en el círculo central y largarle pelotas a Okubo y a Víctor,
que pudo lograr el tercero tras un servicio de cabeza de Arango
(minuto 54). Pero era la tarde de Okubo, decidido como estaba a
escapar del anonimato. El ariete japonés agradeció una entrega en
profundidad de Arango, ganó por piernas a la zaga gallega y le coló
el cuero a Munúa por debajo de las piernas (minuto 62).
Campano pudo marcar el cuarto poco después, pero su disparo
murió a la derecha de la portería deportivista. El mallorquinismo
empezaba a estar pendiente del transistor, porque el Levante seguía
sin marcar y todo iba cuesta abajo. La salvación ha dejado de ser
una utopía, tal y como lo fue en su día le llegada de Cúper.
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