El Barcelona se debatía en las horas previas al partido de vuelta
de la Supercopa de España ante el Betis entre el necesario discurso
de respeto al rival y la euforia generada por el juego exhibido en
la ida en Sevilla, donde lograron una contundente victoria por 0-3.
El equipo afronta el partido impulsado por las buenas maneras
apuntadas durante la pretemporada y por otras circunstancias
puntuales como la estrenada internacionalidad absoluta de Víctor
Valdés o la decrack argentino Leo Messi, que se ha quedado fuera de
la lista de convocados después de que con su selección fuese
expulsado en apenas noventa segundos.
Sin embargo, el protagonismo de última hora ha recaído en el
estado del césped del Camp Nou, que no se ha recuperado a tiempo
tras el concierto que el grupo irlandés U2 ofreció días atrás en el
feudo barcelonista. El trasplante de hierba que tuvo lugar para
afrontar en las mejores condiciones la vuelta de la Súpercopa no ha
dado los frutos deseados y el equipo se aferra ahora más que nunca
al 0-3 del Ruiz de Lopera como garantía para arriesgar lo mínimo
sobre una superficie complicada que trae el recuerdo de las
numerosas lesiones de gravedad de hace un año.
Frank Rijkaard tendrá además que hacer frente a la escasa
preparación de la que ha dispuesto para preparar el encuentro, que
se ha reducido a apenas 48 horas debido a la ausencia durante la
semana de buena parte de sus internacionales. El técnico holandés,
se ha deshecho además en elogios a los suyos y ha destacado la
aportación de los refuerzos, entre los que contempla a los
lesionados de gravedad que prácticamente se perdieron toda la
pasada temporada.
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