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Desde la aparición de Internet la popularidad del ajedrez ha subido como la espuma y es el deporte que más se ha beneficiado de este adelanto; proliferan los clubes y páginas web donde existe la posibilidad de seguir resultados y partidas en tiempo real y al mismo tiempo «crear» su propio ajedrecista virtual, que no debe tener necesariamente nada que ver con su verdadera personalidad, y esa opción es muy atractiva para cualquier aficionado.

Si decide entrar en ese mundo lo primero es elegir un pseudónimo creativo, como alguna sucesión de letras y números que sólo usted podrá recordar en sus momentos más lúcidos, porque no dude que Bart Simpson estará ya ocupado. Aquí empieza lo bueno, se le asignará un ranking de salida que probablemente no se ajuste en nada a su nivel y prepárese a no tener rival durante unas partidas, o a ser pulverizado como un «pichón» hasta que se ajuste nivel y ranking.

Cuando se haya adaptado al entorno, descubrirá que «Bart Simpson» (el que le arrebató el pseudónimo) y que lleva ya un año en el club, mueve sus piezas a menos de un segundo por jugada, mientras que a usted le lleva varios segundos; es en este momento cuando usted utiliza el chat del programa por primera vez para intentar averiguar el motivo de tal injusticia; aquí va un consejo para novatos: No intente entender conversaciones muy profundas y, con suerte, cuando menos se lo espere, alguien le explicará que el tal «Simpson» tiene un ratón de infrarrojos, pantalla táctil y conexión de 20 megas... de esas que tiene el primer mundo.

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