Los neozelandeses Peter Blake y Grant Dalton; los
estadounidenses Paul Cayard y John Kostecki, que intentarán repetir
en esta edición, el holandés Cornelius Van Rietschoten, héroe
nacional en su país y único vencedor como patrón en dos ediciones
(1978 y 1982), son algunos de ellos.
Costó mucho el organizar una competición de este tipo. Después
de muchas negativas, los organizadores encontraron un patrocinador
inicial inesperado, la propia marina británica. La Royal Navy
estaba muy interesada en la navegación transoceánica y vio la
celebración de esta regata como el perfecto banco de pruebas para
sus nuevos proyectos. La Marina se ofreció a sufragar los gastos y
a buscar un patrocinador privado.
Pero esta ayuda llegó finalmente de una compañía de importación
con una larga experiencia en el comercio naviero, la Whitbread PLC,
con un gran prestigio en el Reino Unido que dio su propio nombre a
la regata.
La que se conocería hasta 1998 como Whitbread Around The World
Race, nació después de una conversación, al lado de «una buena
pinta», entre el coronel Bill Whitbread, dueño de la empresa y el
almirante de la Royal Navy Sailing Association (Asociación de Vela
de la Marina Británica), Otto Steiner, que decidieron crear una
prueba náutica que fuese «el último gran desafío humano», según sus
palabras.
Así nació la vuelta al mundo por etapas que inició su andadura
el 8 de septiembre de 1973 en el puerto británico de Portsmouth. De
la aventura se pasó a las pruebas extremas con más recorrido de las
27.000 millas náuticas iniciales a las 31.250 actuales y más
etapas, que pasaron de cuatro a las nueve actuales.
La adopción para esta edición de los monocascos VO70,
considerados los veleros más rápidos del mundo, que miden casi tres
metros más (21,3 metros) de eslora que sus antecesores, los VO60
(18,6 metros), y pesan una tonelada menos; el contar con sólo diez
tripulantes, las quillas basculantes, que pueden poner al barco en
inclinación de hasta 40 grados y las orzas laterales harán que ésta
sea la edición más extrema y donde la resistencia humana y de los
materiales (sólo 10 velas medidas por etapa y un máximo de 24 para
toda la regata) será factor decisivo.
Novedades
La inclusión de regatas costeras y metas volantes en los océanos
también aumentan el espíritu competitivo de las tripulaciones en
pos de uno de los galardones más preciados de la vela oceánica.
Antes de iniciarse la competición ya hay un récord mundial de
velocidad a batir: el del «Movistar» de Pedro Campos (530 millas en
24 horas).
Ocho equipos compiten en la prueba y el triunfo es para el
«Ilbruck Challenge» alemán al mando del estadounidense John
Kostecki, con el español Joan Vila como navegante. La segunda
posición es para el «Assa Abloy» sueco al mando del inglés Neil
McDonald y con los españoles Guillermo Altadill y Roberto Bermúdez
en su tripulación, que ganaban la Sydney-Hobart del 2001 en su
clase.
Ayer, la embarcación sueca «Ericsson» se impuso en la primera
regata, en la que el barco español, el «Movistar», en el que
regateaba el rey Juan Carlos I concluyó en cuarta posición.
La gran cantidad de público que se acercó hasta la bahía de
Sanxenxo tuvo que esperar algo más de dos horas para ver navegar a
las embarcaciones, ya que la salida se tuvo que posponerse hasta
pasadas las 15:00 horas debido a la escasez de viento en la Ría de
Pontevedra. Escoltados por una inmensa marea de barcos, los seis
participantes que comenzaron la regata emprendieron la nueva ruta
que la organización diseñó para evitar la cancelación de la prueba
después de los grandes problemas que se vivieron.
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