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231 victorias, 811 goles a favor, 767 puntos.... Son algunos de los números del Real Mallorca en la máxima categoría del fútbol español, que el próximo domingo se redondearán con otra cifra mágica. Y es que el encuentro de la 16ª jornada frente al Atlético de Madrid (Son Moix, 19.00 horas) será el partido número 700 del club balear en Primera división, una cantidad que sólo han podido superar 18 de los 57 equipos que han desfilado alguna vez por la que está considerada como una de las competiciones más potentes del fútbol mundial. Siete centenares de funciones repartidas en veinte temporadas llenas de contrastes, de idas y venidas. De Juan Carlos Lorenzo a Héctor Cúper pasando por Serra Ferrer o Luis Aragones; de Joan Forteza a Víctor Casadesús sin olvidar a Samuel Etoo ni a Miquel Àngel Nadal. El Mallorca sigue evolucionando y se ha ganado a pulso un hueco privilegiado en la clasificación histórica de la competición española. Un dato que corrobora el crecimiento bermellón y que pone de manifiesto el buen estado de salud de la SAD balear, consolidada ya entre la nobleza del torneo a pesar de la irregularidad que padece en los últimos tiempos.

Ese primer periplo balear por la pasarela de la Liga duró exactamente tres temporadas, ya que en 1963 el equipo sellaba el pasaporte para regresar a la división de plata. El Mallorca volvió al primer plano a mediados de los sesenta (1965-66) y tras descender una planta por culpa de un ejercicio negro, culminó la década en las alturas. Desafortunadamente, su estancia allí volvió a resultar efímera y el equipo rojillo necesitó ni más ni menos que catorce años para regresar al que hoy en día en su hábitat natural. Une vez superada la depresión deportiva de los años setenta, el Mallorca volvió a ponerse en pie en la temporada 1983-84, que tampoco deparó grandes momentos. De hecho, el final fue tan triste como siempre y durante el ejercicio se recogieron algunos de los registros más vulgares. Sólo tres victorias en 34 partidos y unicamente 27 goles a favor, el balance más pobre de toda su historia en Primera. Con esa tarjeta de presentación, a los isleños no les quedó más remedio que emprender el camino de vuelta y despedirse de la categoría dorada hasta el año 1986, donde marcó un punto de inflexión interesante.

Todo empezó un 11-S, concretamente el del año 1960. Ese día el club rojinegro se presentaba en el Benito Villamarín de Sevilla dispuesto a debutar en la elite con la mejor de sus sonrisas. El binomio Jaume Rosselló-Juan Carlos Lorenzo inscribía su nombre en la página más destacada hasta ese momento en la vida del club y eran testigos también de la primera derrota de la plantilla, aunque eso tampoco importaba demasiado. Sólo una semana después el flamante Mallorca debutaba ante su público en Palma y se resarcía del patinazo inicial con una victoria histórica ante el Racing de Santander (2-1). Otro de los que se sumó esa tarde a la lista de los nombres más ilustres de la entidad fue Joan Forteza, que entraría en los anales tras ser el autor del primer tanto isleño en el escalón más elevado del balompié nacional. El curso se cerró con un meritorio noveno puesto y con la sensación de que se había iniciado algo importante.