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Por fin llega la tierra batida. Después de un comienzo de curso algo desconcertante, el calendario se adentra en el tramo más propicio para el tenis balear. Rafael Nadal regresa a la arcilla, la superficie en la que mejor se desenvuelve. Y lo hace en una de las citas más importantes del curso: el Masters Series de Montecarlo. En Mónaco, el tenista de Manacor comenzó a convertirse el curso pasado en el rey de la tierra y ahora necesita repetir aquella gesta para tratar de acercarse a Roger Federer. También será un torneo importante para Carlos Moyà, que quiere recuperar su estatus de top ten y necesita sumar en el primer TMS sobre polvo de ladrillo del año.

Entre la lesión en el tobillo que le impidió competir en Australia y la derrota prematura ante Moyà en Miami, el primer cuarto de la temporada 2006 no ha sido demasiado productiva para Rafael Nadal. El tenista de Manacor ha perdido prácticamente todas las opciones de convertirse este año en número uno del mundo, aunque mantiene una cómoda renta como número dos.

En el primer tramo de la temporada las fuerzas estaban equilibradas porque las condiciones (pista rápida y al aire libre) favorecían tanto a Federer como a Nadal. Ahora, sobre tierra batida, la balanza se desequilibra claramente hacia el lado del mallorquín. Los ocho títulos cosechados el año pasado sobre arcilla (Costa do Sauipe, Acapulco, Montecarlo, Conde de Godó, Roma, Roland Garros, Bastad y Stuttgart) y el nivel mostrado en 2006 (campeón de Dubai y semifinalista en Indian Wells) hacen que crezca el optimismo.