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Amador Pons|LONDRES
Rafael Nadal no se hubiera perdido una cita como ésta si el protagonista hubiera sido algún miembro de su familia. Y su familia tampoco quiso perderse la oportunidad de disfrutar de una final de Wimbledon en la que el mallorquín podía seguir haciendo historia. Todos acudieron a la central del All England Club, igual que el resto de los 13.798 espectadores que llenaron la pista.

Media hora antes de que empezara la final (13.30 hora inglesa, 14.30 hora española) ya empezaba a vivirse el partido. La central empezó a llenarse a un ritmo vertiginoso y una banda de música trataba de hacer amena la espera. Faltaban cinco minutos y los recogepelotas tomaron posiciones. Tres minutos después salían los jueces de líneas. Y a las dos, con puntualidad británica, Federer y Nadal aparecieron en la pista.

Para cuando salieron Roger y Rafael, la familia Nadal ya había tomado posiciones. En el palco de los jugadores (sólo caben seis personas por tenista) se colocaron, sus padres, su hermana, sus tíos Miquel ngel y Rafael, y su recuperador Juan Antonio Martorell. Junto a ellos, estaban el tío y entrenador Toni Nadal, y su manager Carlos Costa. Todos guardaron durante todo el partido la compostura; apenas mostraron sentimientos, como siempre. Aunque como siempre, el tío Rafael no pudo contener su alegría en algunos puntos.