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Miguel Vidal En la Palma de la preguerra civil los Guàrdia eran, valga el fácil juego de palabras, la vanguardia de la juventud palmesana. Dignos herederos de la sensibilidad artística de Ernesto Guàrdia Llauradó, el padre, un leridano que se estableció en Ciutat a comienzos de los años veinte, se casó con Carmen Amer Esteve, de Artá, y puso una de las casas de fotografía mas señeras de la ciudad: Casa Amer.

De los seis hermanos Guàrdia, tres, Andrés, Roberto y Carmen fueron excelentes nadadores en una época en que, a falta de otros alicientes, la natación concitaba el interés de los palmesanos. En una época en que a falta de piscinas homologadas se competía en un espacio acotado entre dos pantalanes en el puerto, surgiría como por ensalmo una campeona de la categoría de Carmen Guàrdia (Palma, 1923), la «sirena de Palma», una mujer de extraordinaria belleza sólo superada entonces en España por Enriqueta Soriano en la especialidad de 200 metros braza.

El mayor timbre de gloria de Carmen Guàrdia, lo que se lleva con mas legítimo orgullo a la tumba, es el haber sido la primera mujer mallorquina que fue capaz de proclamarse Campeona de España en deporte. En su caso, en natación, ganando el Campeonato de España de Natación en la especialidad de 200 metros braza con una marca de tres minutos, quince segundos y seis décimas que fue récord de Balears durante la friolera de ¡veintidós años!.

Carmen Guàrdia había ganado su primer título de Campeona de España, y el derecho a pasar a la historia de la natación balear con letras de oro, en Vigo, en 1940. Pero no se acabaría aquí su gloria, sino que al año siguiente, en 1941, repitió proeza, pero esta vez arropada por sus paisanos porque el Campeonato se celebró en Palma.