El corazón del Mallorca ha vuelto a latir en la Liga. El equipo balear, que llevaba tres meses y veinte días querellado con la victoria en su estadio, se concedió ayer la primera alegría del nuevo año a costa de un Atlético helado y sin demasiadas inquietudes. Los de Manzano supieron sacarle el jugo y respiran a pleno pulmón tras recuperar el colchón de puntos que habían enterrado entre sus pésimos resultados. Ahora la cosa cambia. El grupo se ha sacudido el peso de la clasificación y podrá centrarse en la Copa sin sufrir ningún tipo de remordimiento.
La jornada acompañó en todo. La mayoría de los equipos que visten una talla parecida a la rojilla se dejaron puntos por el camino y los bermellones, pese a que no han ascendido un solo peldaño en la tabla, están más liberados. Una gran noticia con la que abrir otra semana fantástica, de las que se señalan con un círculo rojo en la agenda de todo proyecto.
La visita de la semana que viene a El Madrigal se afrontará de otra forma. Sobre todo si el Mallorca sella este miércoles su acceso a las semifinales de la Copa. Con la clasificación en el bolsillo y teniendo que en cuenta que el calendario posterior rebajará los niveles de exigencia, la postura del grupo podría ser diferente. Sobre todo, porque ayer se rompieron las estadísticas más negras de la temporada y porque el Mallorca tendrá ahora más libertad de movimientos para esquivar las problemas que se le crucen por el camino. Es el momento de aprovechar el tirón.
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