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Roberto Morales |MADRID
La selección española de fútbol comenzó, un día después de quedar concentrada en La Ciudad del Fútbol, a preparar sobre el césped la conquista del sueño europeo con la presencia de Cesc Fábregas y Andrés Iniesta.

España ya entrena para la Eurocopa. Es la última selección en arrancar de las que acudirá a la cita, pero de las primeras en ilusión y familiaridad de un grupo, que con el paso de las horas, da muestras de su unión.

El segundo día de concentración pasó entre actos publicitarios, reencuentros con la generación de futbolistas campeones de la Eurocopa de 1964, controles médicos y antidopajes, las 52 peticiones de entrevistas que tiene Fernando Torres y, sobre todo, balón. Mucho balón.

Es la forma de contentar de Luis Aragonés a sus jugadores, que ya estaban ansiosos por comenzar a entrenar. Alguno no aguantó y por la mañana necesitaba salir a correr (Senna, Iniesta o De la Red). Otros mataron las horas como pudieron hasta el deseado primer entrenamiento.

Bajo la lluvia y un clima frío, impropio de finales de mayo, España se entrenó en La Ciudad del Fútbol con los porteros, Iker Casillas, Pepe Reina y Andrés Palop en otro campo de entrenamiento completando una sesión específica de guardametas con José Manuel Ochotorena, y los 20 restantes siempre con el esférico en sus pies, en rondos y ejercicios de toque y presión.

Aún no hay pistas sobre el equipo que Aragonés alineará en la primera prueba previa a la Eurocopa, en Huelva el próximo sábado ante Perú. Pero hoy quedó claro que Cesc Fábregas y Andrés Iniesta están listos para jugar.

Son los dos jugadores que llegaron con problemas físicos a la concentración. Por la mañana superaron el test de campo que supervisaban los médicos y en el entrenamiento vespertino se ejercitaron al mismo ritmo que sus compañeros. Con buenas sensaciones.

El segundo día de concentración también deja una imagen serenada de Luis Aragonés. Entregado a la causa. Con buena cara todo el día, salvo en su típica «charla-reprimenda» que siempre da a un jugador cuando acaba el entrenamiento -Sergio Ramos fue la primera víctima-, pero cargado de paciencia.

Sus bromas en su reencuentro con los compañeros que lograron la Eurocopa en el 64, su respuesta a medios peruanos que le intentaban poner en el aprieto de citar a jugadores internacionales o la paciencia fotografiándose y firmando a aficionados que copaban la zona mixta reservada, son una buena señal.

La jornada se cerró en la zona residencial con controles antidopaje para los futbolistas, previos a la cena y el descanso necesario para afrontar el tercer día de concentración, en el que llegará la primera doble sesión de trabajo y las pista de Luis Aragonés sobre su primer once titular. España ya anda en el sendero correcto del sueño europeo.