La defensa, la línea que más críticas ha recibido en la etapa de Luis Aragonés, llega a la final como una de las claves del equipo, convertida en la zaga que menos goles ha encajado. Con tres goles en cinco encuentros, más una prórroga, para marcarle un gol a la selección española tienen que transcurrir 160 minutos, un buen balance defensivo que sorprende, pues el conjunto de Luis Aragonés viajó a Austria envuelto en críticas a la zaga, sobre todo, después de que España derrotase con muchísimos apuros a Perú (2-1), el 1 de junio.
Un error en el despeje de Carlos Marchena, que permitió el gol peruano, fue suficiente para que la selección española viajase a Innsbruck, despertando grandes dudas sobre su capacidad defensiva, un aspecto que ha quedado desvelado favorablemente con el paso de los días.
La marcha en el torneo, sin embargo, ha refrendado lo contrario. España es la que menos goles por minutos jugados ha encajado (Iker Casillas apenas dos en cuatro encuentros, más otro de Pepe Reina ante Grecia, y Jehns Lehmann, seis en cinco) y la defensa se ha asentado como una de las mejores del torneo, siendo una de las claves del éxito de la selección española y de su presencia en la gran final de la Eurocopa, una cita para la historia.
En cuartos de final, la principal preocupación ante Italia era el marcaje a Luca Toni, autor de veinticuatro tantos en la Bundesliga y de otros diez en la Copa de la UEFA, que le permitieron compartir el título de máximo goleador con el ruso Pavel Pogrebnyak.
Toni, el principal y casi único recurso ofensivo de Italia, quedó anulado con una marca de manual. Marchena y Carles Puyol mostraron una concentración máxima y contaron con las ayudas en los balones por alto de Sergio Ramos.
El resultado fue que Luca Toni terminó desesperado, encerrado en una maraña de la que tan sólo salió en una ocasión para poner un balón a Mauro Camoranesi, que Iker Casillas sacó con el pie en un alarde de reflejos.
Cuatro días después, la amenaza se llamaba Andrei Arshavin y, en menor medida, Roman Pavlyuchenko. Arshavin llegó a la penúltima ronda como la sensación del torneo tras su exhibición ante Holanda, pero a la hora de la verdad, tampoco brilló.
España estranguló la salida del balón rusa, con dos líneas bien juntas, y volvió a contar con la ingente labor de Marcos Senna, que se multiplicó en las ayudas y confirmó que es una de las sensaciones del torneo.
Arshavin y Pavlyuchenko sembraron el pánico apenas durante diez minutos, pero luego se diluyeron, no encontraron su espacio entre líneas y acabaron desesperados al no encontrar soluciones a los problemas que les planteó la zaga española.
Llega así la selección nacional a la final confiada en su ataque y reforzada por su defensa. Luis Aragonés ha encontrado un bloque, asentado en la sintonía que han mostrado Puyol y Marchena, la regularidad de Joan Capdevila y el altísimo nivel mostrado por Senna, que con el paso de los días se ha ganado toda la confianza del técnico.
Sólo Sergio Ramos, lastrado por el exceso de partidos y minutos a lo largo de esta temporada y marcado por su polémica relación con el seleccionador a lo largo de todo el torneo, ha rendido por debajo de lo esperado, pero su mejoría desde los cuartos de final también invita al optimismo y es una de las mejores noticias que ha recibido el equipo en los últimos días. Eso, y la certeza de que «su partido» en esta Eurocopa aún está por llegar.
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