Junto a Leo Messi hay un futbolista que asombra al planeta futbolístico: Cristiano Ronaldo. Su éxito se lo ha ganado sobre el campo. Con actuaciones estelares, regates imposibles, goles de todos los colores. El Bernabéu vio ayer su cara más infantil. Invadido por la ansiedad de dos meses sin saborear el gol. Fue ese futbolista que no celebra un tanto porque antes falló un penalti, que se quita la camiseta al sentenciar el duelo a puerta vacía o se autoexpulsa en el último instante, agrediendo a un rival tras recibir una patada. Cristiano enloqueció en un partido vibrante en el que el Madrid mostró sus dos caras ante un Almería ordenado, que se defendió a ultranza en gran parte del duelo y supo tener ante las cuerdas a su rival, con dos golpes letales.
Y eso que el Real Madrid comenzó confirmando las buenas sensaciones del clásico. Dos minutos, los iniciales, sirvieron para convertir en dulce la resaca. Encerraron con toque al Almería y le enseñaron el guión del partido. Manuel Pellegrini encontró el juego deseado reforzando el centro del campo y la movilidad en los últimos metros, condujeron al Real Madrid a sus mejores minutos. El Madrid encerró a su rival. Lo empequeñeció mostrando su poder. Con Xabi Alonso al mando y con la velocidad de Cristiano desequilibrando, cuando la ansiedad no se apodera del portugués, que golpea a puerta desde cualquier rincón del campo antes de un segundo de pausa. Bajaba el ritmo por segundos cuando apareció un defensa con alma de delantero. El crecimiento físico de Sergio Ramos en la temporada encontró premio en el primer tanto del partido. Cristiano lanzó un pase perfecto desde la zona del campo donde más peligro genera, el extremo derecho, que encontró el potente salto del andaluz que remató a la escuadra.
Ya en el segundo tiempo se enredó el conjunto blanco. Se olvidó del juego en equipo y quedó amparado a la calidad de Cristiano. Rozó el segundo cuando Ramos le devolvió el regalo y chutó pegado al palo. Pero comenzó a desesperarse pidiendo penalti, luchando contra todos y olvidándose de jugar con el resto. Fue el momento perfecto para que el Almería soltase sus zarpazos. Cuando nadie lo esperaba castigó la relajación. Avisó Uche con un derechazo desde la frontal que obligó a Iker a sacar una mano salvadora (min.55). En cuatro minutos, Soriano, sorprendiendo desde la segunda línea tras un pase de Crusat, y Uche, aprovechando un balón muerto en el área, incendiaron el partido con dos goles.
Un error en el despeje lo aprovechó Gonzalo Higuaín, siempre en el sitio adecuado para dejar uno de sus tantos salvadores, y la polémica llegó con el penalti que sirvió para dar de nuevo la vuelta al partido. Cristiano cayó ante Alves, que tocó balón antes. Falló la pena máxima pero Karim Benzema sacó oro del rechace. Con el Santiago Bernabéu en pleno éxtasis Cristiano sentenció y prosiguió una serie de actos que debe corregir. Sufrió el Real Madrid para mantener el pleno de triunfos en el Bernabéu y mantener el pulso por la Liga con el Barcelona. Y lo hizo sin Raúl. El capitán, «titularísimo» para Pellegrini no jugó un solo minuto y calentó muchos pensativo en la banda.
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