De vuelta a casa tras el maratón de Boston. | Teresa Ayuga

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Tarda unos segundos en dar con la palabra adecuada para definir la sensación que le ha dejado su experiencia en el maratón de Boston, pero concluye que «rabia» es el poso que queda en su recuerdo. Tras bajar del avión procedente de Massachusetts con previa escala en Madrid, Joan Pere Carbonell se incorporó de inmediato a su puesto de trabajo en el Grup Vial repasando las vivencias e imágenes que dan forma a su experiencia.


«Es muy difícil definirla, pero la sensación que te queda es rabia de que pueda pasar algo así con el agravante de que suceda en un día festivo (Patriots Day), en una ciudad volcada con su maratón y en un sitio en el que solo había gente animando», reflexiona el deportista del ADA Calvià tras vivir en primera persona las explosiones que han dejado tres muertos y más de un centenar de heridos en Boston. «Ha pasado allí, pero te das cuenta de que un loco puede hacer mucho daño en cualquier momento y en cualquier lugar», añade mientras recuerda que su esposa, Catalina Sastre, le esperaba en la zona de las detonaciones una hora y media antes de que se produjeran.

Desde su habitación en el Hotel Westin Copley Place, a cien metros de la zona cero, escuchó la primera explosión y desde la ventana vio la segunda. «Me impactó mucho la colaboración de la gente. Los que estaban allí salieron corriendo, pero mucha gente fue a la zona de las explosiones para ayudar. Pensando de una forma egoísta yo no lo hubiera hecho, porque pensé que habría más bombas, pero me llamó mucho la atención que muchos ciudadanos acudían a socorrer sin pensar en ello», relata.

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«Vi imágenes duras de gente muy tocada y con el grupo de gente con el que viajábamos si hubo momentos dramáticos, porque estábamos en la recepción del hotel esperando a que llegaran los que faltaban. La carrera se cortó y algunos tardaron más de dos horas en poder llegar al hotel, así que la espera fue muy dura», dice
Los días posteriores «Boston era una ciudad fantasma», según Carbonell, que permaneció en el hotel siguiendo las recomendaciones y atendiendo a los medios. «Colaboré encantado, aunque no lo haría cada día», bromea al mismo tiempo que recuerda la inmediatez con la que corrió la noticia.

Tensión

Los momentos de tensión se sucedieron tras las bombas, pero otro aspecto que dejó «impresionado» a este promotor inmobiliario de 42 años fue el despliegue de las fuerzas de seguridad y de medios.
«Esto no me va a detener, ya estoy apuntado para el maratón de Chicago», afirma Carbonell, que fue el mejor español con un tiempo 2:42, que es su mejor marca personal. La parcela deportiva queda en un segundo plano en una cita que marcará un antes y un después en la historia de los grandes maratones.