El palista Sete Benavides (RCN Port de Pollença) posa antes de un entrenamiento. | Redacción Digital

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Acabadas las vacaciones, Sete Benavides ya mira hacia Tokio 2020, aunque el Mundial de la República Checa (Racice), en agosto de 2017, será el gran test del año postolímpico para el diploma olímpico en Río y Londres, y para el resto de embarcaciones del equipo español.

El palista del Real Club Náutico del Port de Pollença y su entrenador, Kiko Martín, ya trabajan en un nuevo proyecto, un desafío que supondrá un radical cambio de distancia y de planteamiento para el doble diploma olímpico y multimedallista mundial y europeo en C1 200 metros.

La más que posible eliminación del programa olímpico de cara a los Juegos de 2020 de esa distancia -estrenada en 2012- y la ambición por buscar nuevos retos fuerzan a Sete y su entrenador a variar su programación, centrándose desde ahora en el C2 1000 metros.

Para ello, iniciarán la búsqueda de un compañero de garantías, centralizándose el proyecto nacional de esta distancia en la pista del Lago Esperanza, donde compartirá entrenamientos con el campeón olímpico de K1 1000 Marcus Cooper Walz RCN Portopetro), que también iniciará este largo ciclo a caballo entre las aguas de Portopetro, Alcúdia y Madrid.