Imagen de Jonas Vingegaard junto al tridente de campeón de la Tirreno-Adriático. | ROBERTO BETTINI

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Jonas Vingegaard no dejó atisbo a la sorpresa y conquistó este domingo su primer Tridente, haciendo valer sus dos exhibiciones en las dos etapas precedentes de una Tirreno Adriático que puso el fin con la victoria del italiano Jonatan Milan (Lidl-Trek) tras un recorrido de 154 km con inicio y fin en San Benedetto del Tronto, con los últimos 80 km sin ascensos. El mallorquín Enric Mas entró con el grupo y cerró su primera ronda del curso en la duodécima posición de la general a 4:56 del vencedor.

Subcampeón en 2022, Vingegaard no dejó escapar su oportunidad para añadir el Tridente a su palmarés, en el que incluye dos Tour de Francia rubricados de manera consecutiva. La 'carrera de los dos mares' tuvo un solo dueño, un ciclista que gestionó a la perfección cada recorrido, que exhibió superioridad en los momentos claves con ataques únicos e implacables.

Juan Ayuso (UAE) fue el primero del resto, el primero de los mortales, a 1:24 minutos en la general. Se quedó, además, con la 'Maglia Ciclamino', la del líder de puntos.

Una clase magistral, la de Vingegaard, entre el Tirreno y el Adriático que cerró con el recorrido en San Benedetto del Tronto, pegado al Adriático, con un circuito cerrado final de 15 kilómetros a repetir 5 veces en el que la fuga inicial cedió a la voluntad del pelotón, que controló sin problemas en una etapa de escasa dificultad y en la que Milan puso el colofón final con un esprint perfecto que firmó su segunda victoria de la semana.

Los seis corredores de la fuga, inicialmente formada por los italianos Alessandro De Marchi (Jayco-AIUIa), Antonio Tiberi (Bahrain-Victorious), Damiano Caruso (Bahrain-Victorious), el alemán GEorg Steinhauser (EF), el irlandés Ben Healy (EF) y el inglés Luke Rowe (INEOS), llegaron a tener una ventaja de 1:52 minutos sobre el pelotón.

Una distancia que fue gradualmente reduciendo. A 55 kilómetros de meta, ya iniciado el circuito cerrado, los seis fugados solo tenían medio minuto de margen, que fue cayendo hasta que a falta de poco más de 13 km, poco después de una caída del ecuatoriano Richard Carapaz (EF) que le obligó a abandonar, desapareció por completo.

Neutralizada la fuga, el esprint empezó entonces a coger forma. La carrera iba según lo previsto. El pelotón controló la fuga y en cuanto apretó acabó con la resistencia de los 6 escapados para empezar a preparar el terreno a los velocistas para la esperada 'volata' final. Los equipos empezaron a pelear por los mejores puestos y en el último kilómetro se decidió todo.

Organizó una buena estrategia el Uno-X, que lanzó primero, pero de poco sirvió a Alexander Kristoff ante el esfuerzo y el golpe de riñón de un Milan que incluso se rozó con el belga Jasper Philipsen (Alpecin Deceuninck) en el rueda a rueda. Negó con la cabeza el belga en la entrada a meta al no haber podido llegar fresco y competir.

Fue un esfuerzo titánico el de Milan para llevarse la merecida victoria y cerrar por todo lo alto su Tirreno Adriático, con un corredor local como ganador de 2 etapas.

Pero la gloria final fue del mejor ciclista del grupo, de un Vingegaard que está recuperando su mejor forma para afrontar su verdadero reto. Porque el danés, a años luz del resto en esta competición, quiere su tercer Tour de Francia consecutivo.

En el recorrido entre los dos mares demostró que es un gran escalador, pero también muy buen en el descenso. Quizá solo el esloveno Tadej Pogacar (UAE) puede toserle y hacerle caer al segundo puesto