Andy Kohlberg dialoga con Maheta Molango, en el palco presidencial, durante un partido del Mallorca. | M. À. Cañellas

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En apenas cinco minutos, Maheta Molango pasó de aglutinar el poder absoluto en el Real Mallorca a firmar el finiquito. Ese fue el tiempo que emplearon el presidente Andy Kohlberg y el consejero Graeme Le Saux en comunicar su cese al que había sido el consejero delegado de la SAD balear los últimos cuatro años.

La reunión exprés del pasado martes al mediodía implica que la decisión estaba más que meditada y que no había vuelta atrás. Molango fue citado en Son Moix y despedido. Así de sencillo. No hubo tiempo para mucho más.

Las razones principales de la fulminante destitución de Molango no han salido a la luz. Y quizás no salgan nunca. De momento no hay prevista ninguna comparecencia pública de ningún miembro de la propiedad, que tampoco se ha caracterizado por ofrecer luz y taquígrafos durante su mandato en la entidad. Pero en el transfondo de la decisión ejecutada por Andy Kohlberg aparecen varias cuestiones que pueden ayudar a despejar el horizonte.

Una de ellas es el cambio de rumbo que planeaba (y planea) la entidad y que afectaba directamente al consejero delegado y su poder de decisión. La idea que tiene la Administración Sarver es diseñar una ‘súper dirección deportiva' con varios tentáculos y la figura de Graeme Le Saux en el vértice de la pirámide... y apartar a Molango de la toma de decisiones deportivas.

Consciente de que su cuota de poder iba a quedar reducida de forma notable, Molango ya comenzaba a preparar su salida. De hecho, el ya ex consejero delegado de la entidad balear asegura en su círculo de confianza que quería abandonar el club porque ya no se encontraba tan cómodo como antes.

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Otro de los motivos que han propiciado la caída de Molango tiene que ver con la toma de decisiones en el mercado de verano -apenas dos o tres de los catorce fichajes cuentan para Moreno-, su nefasta gestión en la segunda ventana de fichajes y la sensación de que la figura de Maheta había cobrado una dimensión perjudicial para los intereses de la entidad. «Gestionaba como si fuera el dueño del club», comentan desde las entrañas de la entidad balear.

Es por ello que Robert Sarver no quiere volver a incurrir en el error y la propiedad quiere invertir el organigrama del Mallorca a partir de ahora. En este nuevo modelo se repartirán más las áreas de gestión y no existirá una figura única. De hecho, el club no se plantea nombrar un nuevo CEO, sino dividir las funciones.

Otro aspecto novedoso será la presencia de Andy Kohlberg y Le Saux, su mano derecha, en la gestión diaria de la SAD balear. Ambos tienen residencia en la isla y la intención es que estén más encima de las actividades rutinarias de un club.

La figura de Vicente Moreno sale reforzada. Y también la del director deportivo Javier Recio, que se encuentra de vacaciones, y que recuperará parte del ostracismo al que Molango le relegó en los últimos mercados de fichajes. Mantiene una buena relación con el presidente Kohlberg.

En cuanto al entrenador, la propiedad valorará más su opinión, al contrario de lo que sucedía con el CEO, que no ha tenido en cuenta al técnico a la hora de reforzar una plantilla que lucha por sobrevivir en Primera División.