El defensa esloveno del Real Mallorca, Martin Valjent, a la finalización del encuentro contra el Garnada. | CATI CLADERA

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El Mallorca empieza a acostumbrarse a vivir dentro de un ascensor. El club balear, que ha resuelto las cuatro últimas temporadas con un cambio de residencia, ha vuelto a toparse en este extraño 2020 con la vertiente más amarga del fútbol, aunque su octavo descenso desde la cumbre lleva casi un año cobrando forma.

El regreso a Primera, gestado hace poco más de un año de manera heroica, ha acabado siendo un suplicio para un equipo que nunca ha terminado de sentirse cómodo, que ha perdido el 62% de los partidos del torneo y que se ha pasado más de media temporada viviendo bajo el nivel del mar. En total, veinte jornadas tras la alambrada de espino, que no ha vuelto atravesar desde que la cruzó por última vez a comienzos de febrero.

De vuelta a Segunda

El Mallorca se ha convertido en un equipo nómada y sin campamento fijo. Metido en un volcán durante la última década, el club había corregido últimamente su dinámica para recuperar un asiento entre los grandes gracias a un histórico doble ascenso que no ha tenido continuidad con la permanencia, convertida en un desafío desde hace meses. Una oportunidad única para recomponer la figura que se ha evaporado en un único ejercicio. El segundo descenso que vive la propiedad americana igual no resulta tan traumático como el anterior (de Segunda a Segunda B, en 2017), aunque guardan ciertos paralelismos. Ambos cristalizaban una jornada antes del cierre de la competición, en mitad del silencio institucional y tras cometer serios errores en la planificación, tanto en el mercado de verano como en el de invierno. Ahora el Mallorca deberá volver a empezar desde el mismo punto en el que Robert Sarver y compañía encontraron al club tras su desembarco.

Más derrotas que nunca

Los números que deja el Mallorca después de 37 jornadas demuestran que la temporada ha sido un calvario para Vicente Moreno y sus futbolistas, que venían de dos temporadas en las que se ganaba mucho más de lo que se perdía. El conjunto isleño, que apostó por la base del grupo que inició la escalada en Segunda B y por una batería de fichajes que no han generado un solo beneficio, ha convivido con el mal de altura desde agosto y en muchas fases de la campaña ha dado la impresión de que había acudido a la guerra con munición de fogueo. El resultado es que ha cosechado 23 derrotas en 37 jornadas, la peor marca de su historia en la máxima categoría. O lo que es lo mismo, solo en catorce encuentros ha sido capaz de llevarse algo a la boca. Una carga insoportable para cualquier equipo que no le ha alcanzado para llegar con aliento a la última jornada, a pesar a las facilidades que le han dado muchos de sus adversarios directos.

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63 tantos en contra

Otra de las grandes sombras que cubren la tarjeta del Mallorca es la de los goles en contra que ha recibido, 63 hasta el momento. Es el cuarto peor dato que protagoniza en esa misma dirección, solo superado por los de las temporadas 2012-13 (72), 2003-04 (66) y 1986-87 (65). Ha recibido al menos un tanto en los dieciocho partidos que ha disputado como visitante (falta por contabilizar el del domingo frente a Osasuna) y solo ha mantenido precintada su portería en cinco ocasiones, todas ellas en Son Moix: contra Athletic (0-0), Real Madrid (1-0), Espanyol (2-0), Alavés (1-0) y Levante (2-0). Una fragilidad que difícilmente se le puede achacar a su portero, Manolo Reina, que ha sido uno de los futbolistas más valiosos durante la temporada, o a su pareja de centrales habitual (Raíllo-Valjent), que ha rendido a un nivel óptima en muchos tramos. Más conflictivo ha sido el asunto en los laterales o en la segunda unidad defensiva, aunque ese ha sido un problema extensible al resto de zonas del terreno de juego.

Solo cinco puntos fuera de casa

Tras las vallas de Son Moix el Mallorca no ha encontrado nunca nada a lo que agarrarse para evitar que se lo llevara la corriente. Aunque hay otros equipos que apenas han celebrado victorias como forasteros —el Betis, por ejemplo, solo ha ganado un partido—, el caso de los baleares resulta especialmente sangrante. Solo en tres de sus compromisos como foráneo ha rascado algún punto. Contra el Celta, a principios de diciembre (2-2); frente al Betis, en febrero (3-3), y ante el Eibar, justo antes de la pandemia (1-2). Solo en las temporadas 1962-63 y 1965-66 rubricó unas cifras así, aunque disputando menos encuentros, ya que los campeonatos constaban solo de 16 formaciones participantes.

Fondeados en el extremo sur

El Mallorca, que despegaba con un triunfo sobre el Eibar (2-1), ha pasado veinte jornadas recluido en las celdas del fondo de la tabla. Vivió el confinamiento situado a un solo punto de la tierra firme, pero la reanudación ha sido un desastre para su estabilidad. Ha sumado 7 puntos de los 30 que se han jugado desde entonces y solo Alavés (7) y Espanyol (4) han estado a su altura.