Los jugadores del Mallorca celebrando el gol. | M.A.BORRÀS

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Un gol corporativo detuvo la dinámica perdedora del Mallorca y premió el enésimo ejercicio espartano del grupo balear. Sin apenas arquitectos pero con un puñado de peones, la escuadra balear atrapó un triunfo crucial ante el Levante (1-0). Después de cuatro partidos con más sombras que luces, el equipo de Luis García Plaza necesitaba ganar como el comer. Hacía falta reafirmar el plan del entrenador, pero también fulminar la primera crisis del curso, que parecía llamar a la puerta.

De hecho, la cita con el Levante llegaba envuelta de muchas cosas, entre ellas, la posibilidad de acariciar la depresión. El partido reafirmó que el Real Mallorca está entero y también dio la razón a los que siempre se han alineado con Manolo Reina. Tras un partido en el banquillo, el portero recuperó la titularidad y detuvo un penalti a Morales. Fue una de las acciones el encuentro y también un enorme espaldarazo para el veterano guardameta andaluz.

El duelo se decidió a balón parado, aunque es complicado adivinar el rostro de su autor. Se elevaron al mismo tiempo Baba y Ángel. Remataron al unísono, aunque fue Baba quien capitalizó los festejos ante la incredulidad de su compañero. A grandes rasgos, la función resultó pesada. Hubo más nervios que fútbol. Anduvo mejor el Mallorca en el segundo tramo y acabó recompensado.