Antonella Woiski posa para este periódico. | Miquel Alzamora

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Su nombre es Antonella Woiski (Palma, 2011) tiene 12 años y juega en el equipo infantil del Real Mallorca. Es la única futbolista de la cantera bermellona y destaca por su enorme talento y calidad hasta el punto de que el FC Barcelona ha intentado ya en tres ocasiones su fichaje y de cara al futuro cuenta también con una beca para estudiar y jugar en universidades de Estados Unidos, de Nueva York o Florida. Pero esto por ahora queda muy lejos y su presente y más inmediato futuro es el Real Mallorca. El club de su vida y donde curiosamente también juega su hermano, Alexander, que ya ha entrenado en varias ocasiones con el primer equipo y milita en el juvenil.

La historia de Antonella empezó en el fútbol sala, en el equipo Urbanitzacions. De ahí pasó al San Cayetano hasta que su nombre empezó a sonar con fuerza y su talento llamó la atención de los principales equipos del fútbol femenino de las Islas. Sonó con tanta fuerza su nombre que llegó incluso a oídos del Real Mallorca, que pese a no contar con equipo femenino, le abrió las puertas para que llevara a cabo una prueba. Su gran valedor en el club ha sido el responsable de la dirección deportiva del fútbol base, Miquel Toni Gelabert, que cuando vio el potencial de la jugadora instó al club a valorar su contratación. El Mallorca dio el OK y Antonella empezó a jugar hace ahora tres temporadas en el club rojillo. Ahora es infantil y seguirá jugando si es posible hasta cadetes ya que con una autorización especial de la federación podría hacerlo.

El Mallorca hoy por hoy no tiene equipo ni sección femenina de fútbol, pero en su proyecto de crecer y dar pasos adelante está la puesta en marcha de este proyecto y con esta visión de futuro decidió que Antonella creciera y se formara en sus equipos base.

Ella está encantada. «Estoy muy feliz por cómo me tratan todos y de poder jugar en un club como el Mallorca. Vivo el presente y lo que más me gustaría en el futuro sería poder jugar en un equipo femenino en mi club. Por ahora sigo aprendiendo y mejorando y estoy muy agradecida por el trato que recibo», explicaba la jugadora.

La ventaja de jugar en un equipo mixto, en la que ella es la única niña, es en la capacidad de crecer que eso le ofrece. «Tengo que mostrarme fuerte, tanto en los partidos como en los entrenamientos. No me arrugo y jugar ahora contra chicos me ayuda mucho a crecer en mi fútbol», declaraba la futbolista.

De mirada atenta y respuesta rápida, Antonella juega de pivote, pero también de lateral con recorrido. Es zurda y eso siempre es un valor añadido para una futbolista que sueña con llegar a la élite. Ha sido también la capitana en la selección autonómica alevín y todos los que le han visto jugar coinciden en que tiene algo especial.

El idilio con el balón empezó con apenas 6 años y ahora, con doce, la progresión es enorme. Conceptos como la toma de decisiones y la visión de juego forman parte de su ADN y sus compañeros en el equipo lo saben y no dudan en darle la responsabilidad en la sala de máquinas del equipo infantil.

Ser la única chica en el Real Mallorca es un detalle que llama la atención, pero sin duda si permanence en el club es porque tiene un talento acorde con la enorme calidad de los futbolistas que tienen la oportunidad de vestir el equipaje rojo y negro. Para llegar al Mallorca hay que contar con una calidad especial y Antonella la tiene. ¿Donde puede llegar con ese don que tiene? En estos momentos es una incógnita porque es muy joven, pero todos los técnicos que la rodean y su propia familia saben de su enorme potencial.

La jugadora además es muy sacrificada y sabe que nada sale gratis y que si no se esfuerza y es disciplinada en los entrenamientos y con sus entrenadores será muy difícil llegar. Pero si algo tiene por encima de todo Antonella es rigurosidad en el trabajo y está siempre con los pies en el suelo. Estudia en el IES Arenal y sus días son muy intensos. «Voy a escuela de ocho a dos de la tarde. Después de comer toca hacer los deberes y por la tarde a entrenar. Hay que encontrar espacio para todo», afirma.

Posa con orgullo con la camiseta del Real Mallorca y mira con satisfacción el escudo que en ella hay impreso. Tiene debilidad por el club y no lo puede ocultar cuando habla de su equipo y del resto de sus compañeros. «Me lo ponen fácil, somos un equipo muy compenetrado», asegura. Su futuro a día de hoy no tiene techo y en Son Bibiloni lo saben. Ahí ahora la cuidan para que continúe creciendo como jugadora y como persona y logre sus metas de llegar al fútbol de élite.