Samú Costa, centrocampista del Real Mallorca, se lleva las manos a la cabeza durante el último partido en casa contra el Alavés. | Miquel Àngel Borràs

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Enemistados con los buenos resultados desde hace unos meses, Real Mallorca y Sevilla han quedado para jugar esta noche sobre el alambre. Situados junto al despeñadero de la clasificación, uno y otro expondrán sus problemas domésticos mientras cruzan deseos y necesidades. Los de Javier Aguirre no ganan desde mediados de septiembre y la última vez que celebraron algo en casa fue a finales de la temporada pasada. Y los de Diego Alonso, un técnico que ni siquiera sabe lo que es vencer en los campos de LaLiga, han extendido sus problemas hasta los despachos. Dos crisis muy diferentes que desembocarán en el mismo punto. En un partido al límite que cada uno de ellos espera que acabe siendo su cuerda de salvamento (Son Moix, Movistar Plus+ y Movistar LaLiga TV, 21.00 horas).

La Copa del Rey ha suavizado e interrumpido esa hilera de resultados incompletos sobre la que caminan Mallorca y Sevilla. En el caso del conjunto balear, las últimas etapas antes de pasar por el Valle de Egüés fueron particularmente dolorosas. Los encuentros ante Cádiz y Alavés, que parecían la plataforma ideal para tomar carrerilla, solo dejaron frustración y una pobre cosecha, además de endurecer el paisaje de este final de año.

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El plan de Javier Aguirre para maniatar al Sevilla y salir del agujero está pendiente de dos futbolistas. El mexicano anunció en la sala de espera del encuentro que todavía tiene que despejar un par de incógnitas importantes, ya que tanto Cyle Larin como Pablo Maffeo arrastran molestias físicas que les impiden trabajar con normalidad. Dos posibles ausencias que, si llegan a confirmarse, se unirían a la de Vedat Muriqi en ataque y dejarían a Abdón Prats prácticamente solo en punta. El técnico, que recupera a Dani Rodríguez con respecto al duelo frente al Alavés, podría compensarlo con dos jugadores poco habituales que vienen de pedir su turno en la Copa. Uno es Javi Llabrés, que todavía no ha sido titular y que por primera vez parte con opciones reales de serlo. Y el otro es Daniel Luna, cuyo radio de acción se ha limitado hasta ahora a la competición copera. Según el entrenador, es un jugador diferente y ya ha cambiado el chip que traía cuando llegó hace unos meses procedente de Colombia.

Para levantar la barbilla y empezar a respirar con cierta normalidad el Mallorca necesita, sobre todo, solucionar sus problemas con el gol. En las últimas seis jornadas solo ha marcado uno y en los siete encuentros que lleva jugados en Son Moix ha llegado a cuatro. No hay ningún otro equipo en Primera que tenga tan poca puntería cuando actúa como local ni ningún otro estadio en toda LaLiga en el que se vean tantos empates —los seis últimos encuentros han acabado en tablas— y tan pocos goles.
Enfrente el Mallorca tendrá a un oponente con un estado de salud delicado. Como su anfitrión, regresa al calvario de LaLiga tras apear a un modesto en la Copa —en su caso, el Atlético Astorga— y con un margen de maniobra cada vez más estrecho. Desde que Diego Alonso sustituyó en el banquillo a José Luis Mendilibar suma once partidos y solo ha ganado los dos de la Copa. Los otros nueve se reparten en tres derrotas de Champions, cinco empates y un partido perdido en Liga, lo que ha dejado al uruguayo cuestionado por un gran sector de la afición aunque al parecer tenga la confianza de los dirigentes. Un nuevo revés en Palma alargaría su caída justo a las puertas de otro partido marcado en rojo. Porque el martes se mide en Francia al Lens con la obligación de ganar para subirse al tren de la Europa League y no tirar por el desagüe la campaña continental.

Diego Alonso sufre a su vez el martirio de las bajas, ya que antes del encuentro en Astorga acumulaba casi una docena. En el duelo contra el Villarreal cayeron Tanguy Nianzou, Marcos Acuña y Fernando Reges, que se unieron al portero Orjan Nyland, el centrales Loïc Badé, los atacacantes Suso Fernández, Erik Lamela y Mariano Díaz y el lateral derecho Jesús Navas. El entrenador sevillista podrá recuperar a Sergio Ramos, que ya jugó este miércoles tras el partido de suspensión con el que cargaba desde su expulsión en San Sebastián, y también ha desplazado a Mallorca a Marcao Teixeira y Boubakary Soumaré.

El apunte

Dos rachas insoportables

Mallorca y Sevilla se han metido en las arenas movedizas de la clasificación por su falta de resultados. El equipo balear, que encadena seis empates consecutivos en casa y firma su peor arranque como local en Primera División, no gana un partido del campeonato de Liga desde que pasó por Balaídos el pasado 16 de septiembre (0-1). En Son Moix, en cambio, no gana desde el 4 de junio. Al Sevilla tampoco le van mucho mejor las cosas. Además de los problemas que sufre en Europa, el cambio de entrenador no le ha alejado del precipicio. Su última victoria — solo ha conseguido dos— fue el 26 de septiembre contra el Almería (5-1).