El español Rafael Nadal, durante el partido. | Reuters

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El español Rafael Nadal, que persigue sumar su octavo título en Roland Garros, avanzó a octavos de final tras derrotar al italiano Fabio Fognini por 7-6(5), 6-4, 6-4 y se medirá por un puesto en cuartos contra el japonés Kei Nishikori.

El mallorquín nunca ha perdido contra el nipón, de 23 años, al que ha afrontado en cuatro ocasiones y que se convirtió en el primer tenista de su nacionalidad en alcanzar los octavos de final de Roland Garros en los últimos 75 años.

Nada más ganar, el español destacó la importancia de no haber perdido ninguna manga, algo que no sucedió en sus dos primeros duelos en este Roland Garros.

«Fognini es un jugador fantástico, golpea muy fuerte y es muy rápido, es muy difícil ganarle. Cada vez mejora más y es más difícil ganarle, está teniendo grandes resultados. Creo que es un buen amigo y un gran jugador», afirmó.

El español también tuvo palabras de agradecimiento para el público y alabó la pista Philippe Chatrier, que consideró «la más especial del circuito» para él.

Nadal también alabó el juego de su próximo rival, del que dijo que está llamado a ser uno de los mejores del mundo, lo que le obligará a «hacer un gran partido» para vencerle.

El mallorquín se ha plantado en octavos sin despejar las dudas sobre su juego.

Los siete meses de baja que precedieron a su inicio de temporada parecían haber quedado atrás con los buenos resultados logrados, los títulos de Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells, Barcelona, Madrid y Roma y las finales de Viña del Mar y Montecarlo.

Pero en Roland Garros, su torneo favorito, no parece brillar. Contra Fognini jugó su segundo partido en dos días a causa de las suspensiones por la lluvia, lo que pudo influir en la frescura de su juego.

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Fognini le plantó cara en el primer set con un tenis muy agresivo, buscando en cada golpe las líneas, una táctica que le dio resultado pero que acarreaba una gran dosis de riesgo.

El español se vio dominado en el primer set por un Fognini que venía de completar una brillante trayectoria en París. El partido se planteaba más complicado que el que disputaron hace dos semanas en Roma, cuando el italiano solo fue capaz de ganar cuatro juegos.

Con esa agresividad, Fognini arrebató el saque de Nadal en el quinto juego y llegó a dominar por 4-2. En ese momento entró en un bache de juego que aprovechó el mallorquín para tomar la iniciativa y remontar. Recuperó el servicio perdido y se colocó 5-4 arriba.

La presión estaba en el campo del transalpino, que en el décimo décimo juego salvó tres bolas de set y logró forzar el juego de desempate.

Esa suerte, que dirimió una manga muy igualada, se inclinó del lado del español al segundo punto de set que disfrutó.

Con un set abajo, la eficacia de Fognini fue perdiendo enteros, mientras Nadal, sin brillar, se sentía más cómodo en la pista Philippe Chatrier.

El mallorquín logró romper el servicio de su rival en el quinto juego y conservar esa ventaja hasta el final del set.

Fognini había dado toda la resistencia posible. Desesperado, atormentado por las ampollas que se hizo curar en varias ocasiones, el italiano perdió la concentración, comenzó a interactuar con el público, a perder la calma.

Nadal no siguió el mismo camino. Como en sus dos primeros duelos, el mallorquín suplió con entereza la falta de brillo que sufre su tenis. El heptacampeón no aniquila a sus rivales como en el pasado, pero se asienta en su principal fortaleza, la constancia de su juego.

El tercer set fue el más fácil, porque a Fognini la victoria le debía parecer una montaña inalcanzable y su resistencia flaqueó.