Rápido de piernas, repleto de confianza y con su repertorio bien afinado, le llega el momento de multiplicar sus prestaciones al saque para no hacer concesiones con el segundo servicio y rebajar el índice de dobles faltas que arrastra.
La mejor noticia para el mallorquín en su andadura hasta los cuartos de final es que no acumula un desgaste excesivo y que ha sabido responder en situaciones comprometidas que se le han planteado en algunos momentos previos. Reaccionó a tiempo a las opciones de apuntarse un set que tuvieron tanto Cameron Norrie como Jannik Sinner, pero este miércoles se le plantea un nuevo reto ante un viejo conocido.
Bien es cierto que el trece veces campeón de la Copa de Los Mosqueteros puede presumir de un notable récord de triunfos sobre el argentino (10-1) y de haberle ganado en dos ocasiones sobre la arcilla de París, pero el Peque tiene la experiencia de haberle puesto sobre las cuerdas.
Fue en 2018 y también en los cuartos de final cuando la lluvia obligó a parar un partido que el argentino comandaba 4-6, 2-3 y saque. Al día siguiente Nadal no le dio opción y fue uno de esos partidos en los que algo hace un click para materializar la progresión que el manacorí siempre traza en los grandes.
En cualquier caso, todo parece encauzado para vivir la final anticipada en el penúltimo escalón. Nadal abrirá el fuego en una jornada en la que Djokovic tiene otro duro examen ante Berrettini, que llega descansado a su cruce de cuartos de final tras haberse visto beneficiado por el adiós de Roger Federer.
El italiano tratará de culminar la gesta a la que apuntaba su compatriota Mussetti cuando los problemas físicos mandaron al traste su gran puesta en escena ante el número uno del mundo. Queda por ver si el duelo hizo mella en Djokovic, que saltará a la pista sabiendo a quién tendría delante en las semifinales del viernes en caso de victoria.
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