Su currículum en relación a la gastronomía, los lugares que ha conocido y le han servido de inspiración y las cocinas en las que ha trabajado, son conocimientos que se ven reflejados en la propuesta de Martínez en la promoción culinaria de Ultima Hora y B|Style, ‘Cocinas y cocineros con alma’.
— ¿Quién es Irene Martínez? ¿De dónde viene y dónde quiere llegar?
—Soy una cocinera en constante formación. Siempre estuve atraída por la cocina, siguiendo la tradición de las mujeres de mi familia. A los 18 años entré la escuela de cocina Alcari y posteriormente me matriculé en la Escola d´Hoteleria de les Illes Balears para cumplir un sueño. Empecé trabajando con Margarita Alemany, y más tarde pasé por cocinas tan diferentes como el Café de Cala Gamba, con Agustín el Casta; preparando bufés en hoteles del Grupo Barceló, o en el restaurante La Finca del Hotel La Bobadilla, en Granada. Y tuve una etapa final, larga y productiva de tres años en el restaurante Arume de Tomeu Martí antes de recalar en DiverXO y StreetXO de David Muñoz. Luego sentí la llamada de Asia y tuve la oportunidad de viajar hasta Japón, donde pude imbuirme de la cultura gastronómica de ese país. Al regresar, me incorporé al equipo de Santi Taura en Dins y desde hace poco más de un mes vivo el sueño de tener mi propio restaurante.
— ¿Qué vamos a encontrar en el nuevo Nus?
— Nus ofrece producto de alta calidad. Una materia prima que elaboramos con diferentes técnicas, pero siempre con la premisa de que respeten el producto, sin enmascararlo. Los toques asiáticos, especialmente japoneses, nos ayudan.
— ¿Es Nus un restaurante japonés o de fusión?
— No, Nus es un restaurante con algunas elaboraciones de origen japonés, pero no exclusivamente y tampoco me gusta el concepto de «comida de fusión». Trabajamos con una carta pequeña, con producto estacional y muy apegada a lo que el mercado me ofrece. La ubicación en Santa Catalina me ayuda, lógicamente.
— ¿Qué plato del menú degustación no podemos dejar de probar?
— Creo que todo está en consonancia con ‘Cocinas y cocineros con alma’, pero yo no me perdería la Ostra crujiente y los Boquerones en escabeche. También el Atún marcado en la brasa como si fuera un tataki.
— Por último, dos curiosidades ¿Por qué una cocina a la vista? Y ¿por qué una mesa corrida?
— Hay dos razones muy personales. El diseño del local invita a la proximidad, y a mí me gusta tener siempre un ojo en lo que ocurre en la sala. En cuanto a la mesa para varios comensales, mi padre era carpintero y mi hermano ha seguido la tradición. Esta mesa, recuperada de su carpintería, me permite mantener un vínculo directo con mis orígenes.
Koldo Alonso