Han sido dos meses intensos, llenos de trabajo, aprendizaje y crecimiento personal y colectivo para los participantes de las categorías Start, Sprint y del programa Youth. Lo que empezó como una idea, un sueño por materializar, se ha transformado en un camino repleto de experiencias que han dado forma a los proyectos, y se han forjado conexiones profundas entre los involucrados. Cada día ha sido un desafío y, a la vez, una oportunidad para avanzar, superar límites y descubrir nuevas maneras de pensar y crear.
Desde las primeras sesiones, los participantes se sumergieron en un entorno que les exigía no solo sacar lo mejor de sí mismos, sino también colaborar y aprender a confiar en sus compañeros. Las formaciones no fueron únicamente una oportunidad para adquirir conocimientos clave, sino también momentos para intercambiar ideas y perspectivas, compartir consejos y encontrar en otros participantes un apoyo mutuo.
En los pasillos, durante los descansos y las sesiones más distendidas, surgieron alianzas espontáneas, amistades inesperadas y colaboraciones que prometen extenderse más allá de este programa. No todo fue fácil. Hubo momentos de tensión, de largas jornadas frente a pantallas y pizarras, buscando la mejor manera de resolver problemas complejos o de afinar los detalles de sus propuestas.
Las horas de trabajo intenso se alternaron con momentos de dudas e incertidumbre, donde cada uno tuvo que enfrentarse a sus propios temores y encontrar la fuerza para seguir adelante. Pero estos instantes difíciles también les ayudaron a crecer, a aprender a manejar la presión y a sacar lecciones valiosas que no solo aplicarán en sus proyectos, sino en su vida profesional y personal. En medio de la vorágine de trabajo, hubo espacio para celebrar los pequeños triunfos y para recordar la importancia de disfrutar el camino.
Las conversaciones improvisadas, las risas compartidas tras un día extenuante y el apoyo de quienes estaban en la misma situación crearon un ambiente único de camaradería. Estas conexiones humanas hicieron que la experiencia fuera más enriquecedora, demostrando que, aunque cada proyecto es individual, el viaje es colectivo.
Los mentores jugaron un papel esencial no solo como guías técnicos, sino también como catalizadores de estas interacciones. Con su experiencia y sensibilidad, supieron no solo orientar a los participantes en sus proyectos, sino también fomentar un ambiente colaborativo donde cada uno se sintiera motivado a dar lo mejor de sí mismo. Hoy, la gran final representa mucho más que el cierre de este programa. Es el punto culminante de un proceso que ha sido tanto un desafío como una celebración de esfuerzo, creatividad y trabajo en equipo. Cada participante llega a este momento con su proyecto fortalecido, pero también con un bagaje emocional y profesional que los acompañará más allá de este día.
El miércoles 18 de diciembre, la final de Connect’Up 2024 se articula como un escenario para presentar lo aprendido y también una oportunidad para mostrar cómo han crecido como personas, como emprendedores y como parte de una comunidad que busca innovar y transformar ideas en realidades. Aquí no termina el viaje; por el contrario, es el comienzo de algo mucho más grande, donde los lazos creados y las lecciones aprendidas marcarán la diferencia en el camino que cada uno decida recorrer a partir de ahora.