En estos tiempos de globalización, de abetos finlandeses, renos suecos y mercadillos alemanes, se agradece un poco de tradición a la hora de celebrar la Navidad. Después de encuestar a algunas memorias históricas fieles a la tradición de Mallorca, éstas son las instrucciones para disfrutar de una Navidad mallorquina de las de antes:
Coca de patata. Los inviernos, cada vez más cortos de Mallorca, requieren de la ingesta de coca de patata con chocolate. Antes de que el cambio climático lo impida, acuda veloz a Can Joan de s’Aigo o dése una vuelta por Valldemossa. Premio si además pilla nevada; hágase fotos y súbalo a las redes: es un acontecimiento histórico.
Sopa de Nadal. Déjese de sushi o foie. Los expertos recomiendan que el menú de Nochebuena lleve una sopa de Nadal, esas cazuelitas de pasta rellenas de carne picada metidas en una sopa. Otros platos del menú tradicional: #escaldums de pavo, porcella, canelones, calamares rellenos, cocas de patata, turrones y mantecados.
Las uvas en Cort. ¿Envidia de la Puerta del Sol? Ni falta que nos hace. Ahora que no hay obras en la plaza del Ajuntament de Palma, reciba el 2018 comiéndose las uvas al sonido del reloj d’en Figuera. Tras el éxito del Born, este año habrá dos escenarios. Elija el que más le plazca.
Ruta de las luces. Plan sencillo, ultrabarato y que mejora el riego sanguíneo. Caminar por Palma para ver las luces merece una tarde completa. Los puestos de los belenes deberían ser asignatura obligatoria.
Tocar la nieve. En el hipotético caso de que nevara, acuda raudo a rebozarse entre los copos. Advertencia: lo habrá olvidado por el cambio climático, así que póngase guantes, abríguese y sobreviva al atasco en la Serra de Tramuntana que atrapa a miles de mallorquines ansiosos de frío.
Ir a Matines. La noche del 24 de diciembre, acuda a una de las#iglesias donde se celebra la misa de Matines y el canto de la Sibil·la. Si la Unesco lo considera un Bien Inmaterial será por algo. Una ensaimada mojada en chocolate, ideal para redondear la noche.
De belenes. Otro plan callejero: recorrer todos los belenes, que han sabido sobrevivir al vendaval nórdico de abetos y Papá Noeles. De paso, en Cort deposite la carta en el buzón para los Reyes Magos.
La Cabalgata. Papá Noel no tiene a su alrededor una performance tan espectacular como los Reyes Magos. Para disfrutar al máximo, acompáñese de niños: su entusiasmo es contagioso.
Patinaje sobre hielo. Si en Nueva York tienen la plaza de# Times Square, aquí en Palma tenemos una pista en la Plaza de España para quitarse el mono.
Palma a vista de tren. Los comerciantes del centro de Ciutat organizan cada año un pequeño tren que emociona a grandes y chicos. Y lo mejor: no hay que buscar aparcamiento.