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El presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Josep Santacreu, considera «una respuesta demasiado simple, populista» culpar al turismo del problema de la vivienda, como sucede con quien vincula inmigración e inseguridad, porque se trata de un fenómeno «mucho más complejo".

En una tribuna publicada en 'La Vanguardia' bajo el título 'Tourists Welcome Home', Santacreu celebra que, desde las instituciones, «se está actuando para controlar los pisos turísticos», en relación con la propuesta del Ayuntamiento de Barcelona para no renovar más de 10.000 licencias de este tipo a partir de 2028 y que pasen a ser residenciales: «Mejor tarde que nunca», apuntilla.

Además, Santacreu se muestra partidario de gestionar el turismo «desde la reflexión» y apuesta por alejarse del debate actual que sobrevuela en ciudades como Barcelona, donde han proliferado pintadas en paredes con mensajes como «Tourists, go home» (Turistas, volved a casa).

En ese sentido, el presidente de la Cámara de Barcelona avisa de que poner el foco en los turistas «es el recurso fácil de los que buscan una repuesta rápida e ideológica». «Las actuaciones irracionales alimentan una mala imagen de nosotros», reflexiona este médico, directivo y filántropo catalán, que afirma, como tantos otros, haber sido turista este verano.

Santacreu llama a «no demonizar el turismo como el causante de todos los males», y apuesta por una oferta centrada en aspectos «más cualitativos (valor y no volumen)» para garantizar «la excelencia empresarial y medioambiental». Asimismo, añade: «Necesitamos el turismo, y atacarlo es dispararnos un tiro en el pie que no solucionará nada y nos dejará cojos».

«Tenemos que ser conscientes de que el turismo es una industria estructural para el país que afecta a sectores clave como el comercio, la restauración y la cultura. Este flujo económico dinamiza el ambiente local, propicia el desarrollo de infraestructuras, incrementa nuestra calidad de vida y ayuda también a financiar servicios básicos como la salud, la educación y las prestaciones sociales, como las pensiones», alega Santacreu.

Afirma que el crecimiento del turismo es «imparable», por lo que es más sensato «actuar para gestionar la demanda en vez de luchar contra él». En los siete primeros meses de 2024, la llegada de turistas a España se incrementó un 12%, hasta los 53,3 millones, lo que apunta a que este año podría cerrarse con récord. Un fenómeno que ha llevado a ciudadanos de todo el país (Andalucía, Baleares, Canarias, Cataluña y hasta Galicia) a salir a la calle en contra de la actividad turística para exigir restricciones al considerar que los visitantes expulsan a la población local de sus municipios.

La Cámara de Comercio de Barcelona forma parte del consorcio que gestiona el modelo de turismo de la ciudad, con medidas enfocadas a la calidad versus la cantidad. Junto a el Gremio de Hoteles y el Ayuntamiento, pilotan Turisme de Barcelona, institución público-privada que trabaja para desarrollar un modelo turístico que deje riqueza y legado en forma de relaciones y negocios y que conecte la ciudad con el mundo. «La definición de la estrategia del sector, tanto pública como privada, tiene que enfocarse hacia un turismo sostenible y responsable», concluye Santacreu.