España posee 28 millones de hectáreas de superficie forestal --el 37 por ciento arbolado-- y del total solo el 20,3 por ciento cuenta con instrumentos de planificación aprobados, «que significa también que está bien gestionada».
Así lo ha expuesto la directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, María Jesús Rodríguez de Sancho, que ha participado esta semana, en Zaragoza, en el foro 'El desafío de los incendios forestales. Impactos en el territorio', organizado por el Gobierno de Aragón y la Fundación Felipe González.
Rodríguez ha detallado que el 72 por ciento de la propiedad forestal es privada, --individual o colectiva-- y el 60 por ciento de particulares, una distribución «que no se ha tenido suficientemente en cuenta» y en la que habría que «poner el foco».
El otro 28 por ciento es de titularidad pública --más del 20 por ciento de ayuntamientos--. El 43,9 por ciento de la superficie de propiedad pública tiene instrumentos de planificación aprobados y el 11,7% de los privados, con una media del 20,3 por ciento.
«Tenemos un margen de mejora importante», ha constatado la directora general, que ha aportado el dato de que desde la última estrategia forestal --que data de 1999-- ha aumentado en 1,5 millones de hectáreas la superficie forestal «y hay una progresión constante de la superficie forestal arbolada», que no es buena noticia «sino no está bien gestionada».
Rodríguez también ha señalado que se cuenta con 11 millones de hectáreas forestales con algún tipo de figura de protección, mientras que 16 millones no poseen ninguna, de manera que el 40 por ciento de la superficie forestal española está protegida.
Gestión sostenible
La directora general ha recordado que la Estrategia Forestal Española Horizonte 2050 se aprobó en el Consejo de Ministros el pasado 27 de diciembre y se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado como un real decreto, que tiene como anexo la Estrategia Forestal Española y el Plan Forestal Español.
La anterior Estrategia Forestal Española se publicó en 1999 y desde entonces no se había revisado, como tampoco el Plan Forestal Español, aprobado en 2002. Ambas quieren sentar los principios de una gestión sostenible, que tenga en cuenta la multifuncionalidad de los bosques, el fomento de la producción como una vía fundamental para esa gestión y la creación de empleo y desarrollo del medio rural, ha enumerado.
El propósito es conseguir montes «gestionados, bien conservados, más resilientes frente al cambio climático, protegidos de las amenazas principales --abandono forestal, plagas, incendios, enfermedades--, que proporcionen los bienes y servicios necesarios para nuestro bienestar y para hacer posible que la economía inicie una necesaria transición ecológica», ha continuado la directora general.
Rodríguez ha esgrimido que la sociedad cada vez es más demandante con respecto a los bosques y los servicios ecosistémicos que presentan, pero también tiene que reconocer esos valores «y, de alguna manera, recompensarlos».
Metas para 2050
Ha expuesto que las metas para 2050 incluyen el incremento de la superficie forestal ordenada, llegando al 50 por ciento en los montes privados; el fomento de sistemas agroforestales y regeneración de Dehesas; el incremento del porcentaje de los hábitats forestales de interés comunitario en buen estado de conservación; y que los incendios se reduzcan en cuanto su afección a la superficie.
Otro objetivo es lograr un mayor porcentaje de la inversión en prevención de incendios y no tanto en la extinción, «difícil de cumplir» porque «es muy complicado» explicar a la sociedad la disminución de la inversión en medio de extinción y también lo es aumentar las dotaciones presupuestarias «que nos permitieran equilibrar algo más» lo destinado a tareas de prevención y gestión forestal, «al menos a nivel del Estado».
Otro propósito para 2050 es elevar el porcentaje del sector forestal en el PIB hasta el uno por ciento y que la inversión forestal llegue a los cien euros por hectárea y año.
En el ámbito de la conservación y mejora del patrimonio natural, la biodiversidad y la conectividad, la directora general ha querido reseñar que la mejora de la conservación de los ecosistemas forestales «no es necesariamente sinónimo de no intervención y eso está muy claro en la propia directiva Hábitats».
Cada espacio protegido requiere un plan de gestión, donde «se pueden incluir medidas que sirvan para el mantenimiento o, en su caso, el restablecimiento de los valores que llevaron a su reconocimiento y a su declaración como espacio digno de ser protegido».
Recursos genéticos
Rodríguez se ha referido a los Recursos Genéticos Forestales «esenciales para garantizar una resiliencia frente al cambio climático» y en este contexto se ha propuesto una estrategia española para la conservación y el uso sostenible de los mismos y desarrollar un plan nacional de mejora genética forestal y un Plan Nacional de Conservación de Recursos Genéticos Forestales.
En el ámbito de la protección y adaptación de los montes ante el cambio climático, ha mencionado el propósito de incrementar la fijación de carbono, con el aumento no tanto de la superficie arbolada, como de la gestión forestal, así como la implementación de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación.
Grandes incendios
Sobre los incendios, Rodríguez ha sostenido que el número de grandes y graves muy incendios de este verano ha sido enorme, situación que es muy probable «que se reproduzca» en el futuro «de acuerdo a los escenarios de cambio climático previstos».
«Se atribuye al abandono de la gestión», y es una causa, pero esta lleva «décadas produciéndose», por lo que han concluido que ha sido la confluencia de varios elementos lo que ha llevado a esta situación, como haber sufrido un año extremadamente caluroso y uno de los más secos.
En materia de bioeconomía forestal, ha mencionado la apuesta para una transición hacia una economía más respetuosa con el medio ambiente, pero también la movilización de recursos y el desarrollo socioeconómico del sector forestal, favorecer el pastoralismo y la trashumancia y compatibilizar el uso turístico, así como el aprovechamiento sostenible de los recursos maderables, un impulso al aprovechamiento de la biomasa forestal y de los productos forestales no maderables y de los sectores asociados.
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