«Y esto lo saben ampliamente aquellos que ahora --no se sabe por qué--, defienden lo contrario. La independencia será el resultado de un proceso democrático y pacífico, pero de determinación y resistencia unilateral, rupturista y popular», destaca en un artículo en Vilaweb recogido por Europa Press.
Según Torra, España nunca negociará nada «que pueda hacer peligrar la gallina de los huevos de oro, o dicho de otra manera su viabilidad económica», y ve necesario recordarlo a una parte del independentismo.
También ha rechazado que la vía unilateral haya fracasado porque, en su opinión, nunca se llevó a la práctica en otoño de 2017, y cree que «dada la estafada descomunal de la mesa de diálogo, es una vía que hay que explorar pronto».
Unidad
Pese a reconocer que la unidad del independentismo facilitaría las cosas, considera que no fue la unidad lo que permitió avanzar hacia el 1-O: «Me atrevo a decir que, a lo mejor, fue precisamente la falta de unidad lo que lo favoreció».
Y es que, según Torra, Junts, ERC y la CUP se vigilaban mutuamente en un marco de desconfianza constante, y «esta desunión funcionó como una especie de competición en que nadie no quería ser el primer en bajar del tren o de intentar frenarlo».
«Mucho más importante que la unidad de los partidos es el liderazgo de las propuestas o la fuerza de unas ideas centrales y la determinación de la gente organizada al margen de los partidos», añade el expresidente de la Generalitat, que cree que en otoño de 2017 no hubo la voluntad democrática de culminar lo iniciado.
Pese a la creación de Debat Constituent con Lluís Llach y del Consell de la República con el expresidente catalán Carles Puigdemont, ha asegurado que no encontró la complicidad que esperaba en la mayoría de sus «compañeros de viaje para asumir todos los riesgos necesarios» para cumplir con el mandato del 1-O.
Para Torra, la actuación de los poderes del Estado tiene un efecto muy grande en los políticos independentistas, y en algunos casos paralizador, pero sostiene que se debería asumir «la represión si se quiere la independencia, y actuar con más fuerza y energía ante cada golpe represivo».
«Cuanta más represión, más avance independentista. Y es por ello que hay que volver a un ciclo movilizador de la ciudadanía que ponga la política institucional en la dicotomía citada: ¿Quién me puede echar del lugar que ocupo, la fuerza de la gente o la represión del Estado?», pregunta.
Renovación de caras y liderazgos
El expresidente de la Generalitat también reclama una «renovación de caras y nuevos liderazgos» en el independentismo, y cree que hay que señalar a aquellos que se acomoden en el autonomismo.
«Los 'unilateralistas', que en 2015 sumaron unos dos millones de votos, reafirmados el 1-O, fueron capaces de encabezar el relato, la esperanza y la confrontación. Y deben combatir el nuevo autonomismo camuflado de independentistas (autodenominado pragmático) que nos lleva a la nada, a la gestoría autonómica de siempre», zanja.
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