El arzobispo de Zaragoza, monseñor Carlos Escribano, en el acto de inauguración de la exposición 'El papa Luna: saber, diplomacia y poder en la Europa medieval', en la que participa también el presidente de Aragón, Javier Lambán, entre otras autoridades. | Europa Press

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Una exposición en el Alma Mater, museo de la Archidiócesis de Zaragoza, subraya el peso histórico del Papa Luna. Ha sido organizada por el Gobierno de Aragón con motivo del 600 aniversario de la muerte este aragonés, figura relevante de la Edad Media y podrá visitarse hasta el próximo 2 de julio.

Pedro Martínez de Luna nació en Illueca en 1328, en una de las casas nobiliarias más importantes de Aragón, fue elegido papa de Aviñón en 1394, con el nombre de Benedicto XIII, y murió en el castillo de Peñíscola el 23 de mayo de 1423.

Fue testigo directo del origen del Cisma de la Iglesia de Occidente, en el cónclave de 1378, y ha pasado a la historia como tenaz defensor de su legitimidad al trono pontificio y la obediencia a la sede de Aviñón, una postura que mantuvo con vehemencia incluso después del concilio general de Constanza lo depusiera en 1417 y lo condenara como hereje. Su proverbial obstinación ha quedado inmortalizada en la expresión «seguir en sus trece».

El presidente de Aragón, Javier Lambán, junto arzobispo de Zaragoza, monseñor Carlos Escribano, entre otras autoridades, han inaugurado este viernes la exposición 'El papa Luna: saber, diplomacia y poder en la Europa medieval'.

La muestra reúne 36 piezas, que datan del mismo periodo en que vivió el Papa Luna, es decir, desde finales del siglo XIV hasta el primer tercio del siglo XV.

La exposición reúne, entre otras obras, pinturas, esculturas en piedra y madera, material arqueológico, manuscritos, bulas papales, elementos de la liturgia, piezas del mecenazgo de Benedicto XIIII y el propio cráneo del Papa Luna --que habitualmente se conserva en la localidad zaragozana de Sabiñán--, que aparece en un espacio enfrentado con el busto relicario de San Valero.

Vínculos con la diócesis

El arzobispo de Zaragoza, monseñor Carlos Escribano, ha remarcado los vínculos que unen a esta diócesis con el Papa Luna, como el hecho de que naciera en la localidad zaragozana de Illueca o que algunos obispos fuera sus familiares.

También ha mencionado su faceta intelectual y universitaria, ya que además de ser Doctor por la Universidad de Montpellier, apoyo estos estudios en Salamanca y Escocia y es autor del 'Libro de las Consolaciones de la Vida Humana', «que reflexiona sobre distintos procedimientos para enseñar al hombre a superar las circunstancias adversas de la vida».

Monseñor Escribano se ha referido a su mecenazgo artístico, representando en los bustos conservados en la Seo de San Valero --que se incluye en esta muestra--, San Vicente y San Lorenzo. Igualmente, ha dicho que le movía «un sincero interés por la religiosidad de sus paisanos, como muestran sus bulas».

Ha añadido que posee otras dimensiones en cuando a su contribución a la resolución de la crisis sucesoria del Reino de Aragón, que devino en el Compromiso de Caspe, y «queda a la investigación su figura en el Cisma de Occidente y el papel de los pontífices vinculados a la obediencia de Aviñón».

El arzobispo de Zaragoza ha estimado que esta exposición va a ser un evento «histórico» y ha agradecido el empeño de todos por llevarla adelante, un ejemplo de saberse mantenerse, entre todos, «en sus trece».

Rehabilitación

El presidente de Aragón, Javier Lambán, ha recordado como, gracias al arzobispo de Zaragoza y, junto a él, pudo reunirse en octubre del año pasado con el Papa Francisco, «en una jornada histórica» y en la que le pidió «que, de una vez, la Iglesia católica rehabilite al Papa Luna».

«Ha habido pocos momentos tan propicios en la historia de la Iglesia católica como éste para que se produzca esa rehabilitación: la quieren los obispos aragoneses, que en su día la reclamaron», y «vi al Papa Francisco medianamente bien predispuesto hacia esa decisión, quizá confundimos deseo con realidad, pero me da la impresión de que no».

El presidente aragonés ha continuado diciendo: «Ojalá» la conmemoración del 600 centenario de su muerte, actividades como ésta y el «empeño concertado» de los Ayuntamientos de Illueca y Peñíscola, de los obispos aragoneses y del Gobierno de Aragón, «conduzcan a buen puerto ese loable propósito».

Lambán también ha señalado la aportación intelectual, política y religiosa de este prelado aragonés porque «explicar el Cisma de Occidente sin su intervención es absolutamente imposible» por lo que es una figura «sin la cual es imposible entender la historia de la Iglesia» y que remite a la importancia que tuvo en esa época, en Europa, la Corona de Aragón.

El presidente autonómico ha esgrimido que cumplir el Estatuto de Autonomía también es defender «a aquellos hombres y mujeres que sobresalieron por méritos propios, que se convirtieron en referencia, que dieron luminosidad a nuestra historia y, desde luego, el Papa Luna es un ejemplo claro, que hemos de reivindicar y que de considerar patrimonio inmaterial y defender como aragoneses».

EXPOSICIÓN

La exposición está comisariada por Germán Navarro y Pedro Luis Hernando. El primero ha desgranado el significado del título de la misma, 'El Papa Luna: saber, diplomacia y poder en la Europa medieval', puesto que el protagonista de la misma era Doctor en Derecho por la Universidad de Montpellier y gran bibliófilo; sus labores diplomáticas se apoyaron en la paz y concordia frente a la violencia; y un recorrido por su vida permite observar a las elites políticas y eclesiásticas de la Europa medieval.

La muestra se divide en dos grandes bloques temáticos: 'Pedro Martínez de Luna, una biografía' y 'El legado del papa Luna'. En la primera sección, se repasa la biografía de Pedro Martínez de Luna y las conexiones que estableció con los más poderosos de su tiempo, desde cardenales como Pérez Calvillo, a los compromisarios que eligieron al rey Fernando I en Caspe, pasando por la reina Violante de Bar.

El segundo bloque, 'El legado del papa Luna', refleja el legado material e inmaterial generado por el propio pontífice, autor de diversos tratados sobre temas variados, entre los que destaca el 'Libro de las Consolaciones', así como su labor como mecenas del saber y las artes.

Las piezas han sido prestadas por el Archivo de la Corona de Aragón, el Archivo Capitular de Toledo, el Arzobispado de Zaragoza, el Alma Mater Museo, el Archivo Diocesano de Valencia, el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Thyssen, la Catedral de Tarazona, la Colegiata de Caspe, la Colegiata de Peñíscola, el Museo Arqueológico de Calatayud y el Ayuntamiento de Sabiñán.

Su figura

Pedro Martínez de Luna, por ser hijo segundón, se dedicó a la carrera eclesiástica y, tras doctorarse en leyes y ejercer como profesor universitario en Montpellier, el rey Pedro IV recomendó su nombramiento como cardenal en 1375, lo que le permitió ser testigo directo del origen del Cisma de la Iglesia de Occidente en el cónclave de 1378. A partir de entonces, actuó como legado del papa Clemente VII en diversas partes de Europa.

Cuando él mismo fue elegido papa, realizó un destacado mecenazgo cultural para ampliar y mejorar los estudios universitarios en Salamanca, Valladolid o Saint Andrews (Escocia). También impulsó la construcción del cimborrio de la Seo de Zaragoza, aparte de otros templos de Aragón con donaciones de objetos artísticos de gran valor.

Su influencia fue decisiva en el Compromiso de Caspe de 1412 al abogar por la elección del infante castellano Fernando de Trastámara para el trono de Aragón.

Convocó un concilio en Perpiñán en 1408-1409 y allí mismo se reunió en 1415 con el emperador Segismundo y el rey Fernando I de Aragón para debatir si renunciaba al papado, pero no lo hizo y acabó su pontificado en el castillo de Peñíscola.