La alcaldable Basha Changue, junto a los 'cupaires' Maria Sirvent, Xavier Pellicer, Mireia Vehí y Carles Riera en la noche electoral. | CAIB - CUP

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La CUP ha vuelto a quedarse sin representación en el Ayuntamiento de Barcelona en las elecciones municipales de este domingo, tras obtener el 3,80% del voto y no alcanzar el mínimo para lograr un escaño en el consistorio.

Con el 100% del voto escrutado, la formación ha conseguido 25.341 votos en Barcelona, un cifra inferior a la de los comicios de 2019, cuando obtuvieron un total de 29.335.

Los resultados de estas elecciones agravan la situación del partido, que no ha superado esta etapa de cuatro años sin representación en el consistorio, cuando la CUP, encabezada por la candidata Anna Saliente, perdió los tres concejales que ostentaba desde 2015.

En Barcelona, el partido había apostado por la candidata Basha Changue, que durante su campaña había defendido el decrecimiento turístico, la vivienda digna y la jornada de 30 horas semanales para los trabajadores de servicios municipales.

La alcaldable se había reivindicado como representante de los colectivos racializados de la ciudad, además de como la alternativa necesaria en el consistorio, en sus palabras, contra los «lobbies y los poderes económicos» de Barcelona.

Candidatura

A pesar de estos objetivos, Changue no ha conseguido captar el voto suficiente en la capital catalana para recuperar la representación, y vuelve a quedarse fuera del Ayuntamiento.

En declaraciones a los periodistas para valorar los resultados, la alcaldable por Barcelona, Basha Changue, ha considerado que la CUP no ha «sabido revertir el contexto de desmovilización y derechización de los últimos cuatro años» en Barcelona, y ha avanzado que en los próximos días generarán espacios para reflexionar sobre los resultados.

«Hoy, definitivamente, se ha acabado un ciclo en la ciudad que se abrió con las movilizaciones masivas del 15M y el 1-O, y nos toca abrir otro», ha defendido la candidata.

Reconstruirse en cuatro años

Durante estos cuatro años, la formación ha tratado de reconstruir su espacio político y cada núcleo de distrito de la CUP lo ha hecho a su manera: Basha Changue ha explicado que algunos han trabajado las alianzas con los movimientos sociales de la ciudad mientras que otros se han centrado más en la acción institucional.

Su campaña ha tratado de apuntar a la «connivencia» entre Junts, PSC, BComú y también de ERC al defender, según ellos, el mismo modelo de ciudad: una ciudad escaparate, con la proyección internacional como un elemento de consumo para quien se lo pueda permitir, en sus términos.

Han insistido en defender un modelo de seguridad articulado en redes vecinales basadas en la ayuda mutua y abogan por «no militarizar las calles» ni delegar a la policía la seguridad ciudadana, y cree que hay que actuar en las causas que llevan a las personas a delinquir como la pobreza y la exclusión social, según ellos.

Sin embargo, su advertencia sobre un viraje hacia la derecha del plenario municipal por la ausencia de la CUP no ha sido suficiente para movilizar al mínimo del electorado y superar la barrera del 5%.

En declaraciones a los medios, la portavoz del Secretariat Nacional de la CUP, Maria Sirvent, ha reconocido que la CUP no ha conseguido los resultados que se había propuesto, pero ha reivindicado que la formación se mantiene como «cuarta fuerza en concejalías del país y cuarta fuerza en alcaldías».