La nueva Ordenanza de Limpieza y Gestión de Residuos Domésticos ha entrado en vigor este viernes, 23 de junio, y actualiza la anterior, de 1986, además de adecuarse a la nueva normativa, con la introducción de un régimen sancionador con multas que pueden ser de 50 euros por tirar colillas al suelo en la vía pública o por no limpiar los orines de las mascotas con vinagre diluido en agua.
La consejera municipal de Medio Ambiente y Movilidad, Tatiana Gaudes, se ha mostrado convencida de que los ciudadanos «lo entenderán porque son muy cívicos, pero tiene que estar la parte sancionadora para que la gente se vaya acostumbrando con otros métodos que no sea la concienciación».
Gaudes ha explicado que la nueva ordenanza, aprobada en el mandato anterior y que se tiene que desarrollar en éste, se centra en dos aspectos, como es la recogida selectiva y correcta de los residuos urbanos, con la implantación después del verano del quinto contenedor de materia exclusivamente orgánica; y con la concienciación, que es la parte más importante, para lo que se llevarán a cabo campañas de difusión y comunicación para «llegar a todos los ciudadanos».
Ha asegurado que el Ayuntamiento de Zaragoza dispone de medios suficientes para garantizar el control en la aplicación de la ordenanza al argumentar que «de por sí los ciudadanos son muy cívicos, la ciudad está limpia y simplemente se aplicarán las sanciones en casos muy puntuales».
El jefe de Unidad de Gestión de Residuos, Luis Romero, ha comentado que hay tres niveles de sanciones: leve, cuyas multas oscilan entre los 50 y 750 euros; las graves, que comprenden de 750 a 1.500 euros; y las muy graves, de entre 15.000 y 3.000 euros. El baremo se aplicará «según las circunstancias que concurran».
Se busca el efecto disuasorio, ha subrayado Romero, porque «no se ha hecho la ordenanza para ir multando a la gente, sino que las conductas incívicas se puedan sancionar y siempre educando e intentando concienciar que es lo que se debe hacer».
Concienciación y coordinación
Las sanciones muy graves incluirían aquellas como verter algún residuo que pueda contaminar el agua, o que sea peligroso o que suponga ensuciar algún monumento emblemático o actos vandálicos muy exagerados, ha citado.
Las graves dependerán de si se ensucia algún Bien de Interés Cultural (BIC) y con qué se hace; mientras que las leves son las «pequeñas acciones incívicas, como tirar colillas, no recoger los excrementos de las mascotas y no limpiar los orines, rebuscar en los contenedores de basuras o limpiar la terraza y que caigan restos a la vía pública».
Esta actualización de la ordenanza es muy importante porque desde 1986 se han aprobado nuevas leyes, como la Ley de residuos, que obliga a separar la fracción de bioresiduos y se incide en la recogida selectiva y como depositar los residuos cada uno en su contenedor para facilitar la labor de reciclaje que viene marcado por la UE para llegar a unas tasas de reciclado y evitar amonestaciones de las instituciones europeas. Asimismo, en la ordenanza se da más poder a los inspectores.
Romero ha aventurado que la mayoría de las infracciones serán leves y al principio se acometerá una labor de concienciación y de coordinación con la Policía Local para ver como se actúa e ir concienciando y advirtiendo a la gente. «A veces se reacciona más por un titular de prensa que dice que se multa con 300 euros por tirar la caja de cartón al lado del contenedor, pero esperemos no llegar a esto».
En caso de que se tenga que multar es el servicio técnico el que hace una propuesta de sanción y el área de Servicios Públicos pueden elevar el expediente.
Contenedor marrón
Sobre el quinto contenedor ha comentado que se están recibiendo y se hará una campaña de concienciación y educación para que los ciudadanos aprendan la importancia de la separación de la basura orgánica, que es un 40 por ciento de toda la que se genera y tiene gran utilidad separarla, tanto por el medio ambiente, como para cumplir las normas de la UE que piden unas tasas de reciclaje.
Además, tiene salida en el Centro de Tratamiento de los Residuos Urbanos de Zaragoza (CTRUZ) para hacer compostaje. «Si la basura orgánica se mezcla con el resto, no es compostaje, sino bioresiduo», ha aclarado Romero.
Será después del verano, a mitad de septiembre, cuando se podrá avanzar algún dato sobre este quinto contenedor y ha confiado en que la población lo acoja de buen grado.
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