Según ha indicado el CSIC en una nota de prensa, en este estudio han participado un total de 22 investigadores e investigadoras de distintos centros de investigación, tanto del ámbito de la ecología de humedales como de la hidrogeología, con «amplia experiencia» en proyectos de investigación en Doñana.
En este sentido, los datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir «demuestran un descenso general de los niveles freáticos en todo el espacio protegido a lo largo de las tres últimas décadas y, especialmente, en las áreas más cercanas a las zonas de extracción de agua para uso agrícola y consumo urbano». Junto a ellos, según el análisis de la EBD, han sido «numerosos» los estudios científicos que han registrado «impactos» sobre los hábitats acuáticos y terrestres de Doñana, así como sobre la calidad de sus aguas.
«Desde los años 70 las diferentes voces científicas y técnicas han denunciado y denuncian que la extracción sin control de aguas subterráneas tendría consecuencias gravísimas para Doñana», ha señalado Carolina Guardiola Albert, investigadora del CSIC en el Instituto Geológico Minero de España (IGME-CSIC), toda vez que ha manifestado que es «inevitable tener la sensación de que los gestores del agua y el territorio implicados en esta zona a todas las escalas no han escuchado estas denuncias, o si las han escuchado, no han logrado tomar acciones efectivas».
Ante ello, según ha subrayado desde el CSIC; durante años «no se han puesto medidas que consiguieran evitar, o al menos mitigar, estos impactos sobre el espacio protegido», de hecho el Tribunal de Justicia de la Unión Europea llegó a condenar a España en 2021. Un año después, volvió a amenazar con una nueva sentencia si no se llegaba a un acuerdo para retirar la proposición de ley que pretendía ampliar los regadíos en el entorno de Doñana.
«Las acciones del Tribunal Europeo de Justicia supusieron un cambio de actitud, pero seguimos escépticos con respecto a que se logren implementar las medidas necesarias y, sobre todo, se logre coordinar a todas las administraciones y agentes implicados para que ejecuten estas medidas de forma efectiva», ha explicado la científica.
Impactos sobre los hábitats
De este modo, una vez analizado estos estudios, el «impacto» que está provocando la agricultura en los alrededores de Doñana es «clara y abundante». Desde la EBD han asegurado que hay «varios estudios» que muestran «cómo la reducción en los niveles de agua subterránea ha llevado a la desaparición de muchas lagunas, claves para la conservación de muchas especies». Además, en uno de los estudios revisados, publicado en 2001, «se detectó una caída en el nivel freático entre 1972 y 1992 de hasta 20 metros, así como la desaparición de lagunas que habían sido registradas en mapas históricos, especialmente en la zona norte, la más afectada por los descensos de agua subterránea debido en parte a los cultivos de regadío de arroz».
Más recientemente, en un estudio publicado el año pasado, la Estación Biológica de Doñana identificó «una pérdida de casi el 60 % de las lagunas que existían en los 80». Además, «se constató que la inmensa mayoría de las lagunas se llenan menos y se secan antes de lo esperado por el clima, especialmente en las áreas más cercanas a Matalascañas y a los invernaderos, lo que revela el impacto que está causando la sobreexplotación del acuífero», por lo que esto «afecta a numerosas especies de animales que dependen de la existencia de cuerpos de agua en su estación reproductiva, así como a la vegetación acuática».
Por otro lado, desde la EBD han explicado que la extracción de agua del acuífero también está teniendo «fuertes impactos» sobre la marisma. Junto a las precipitaciones, los caudales de agua superficial que llegan a la marisma reciben descargas de agua del acuífero.
Sin embargo, estas «se han reducido durante los últimos años», como han apuntado varios estudios realizados en el área de la Rocina a principios de los años 2000, que sugieren «una reducción del 60% en la descarga de agua subterránea a los caudales que circulan por la zona». De hecho, la EBD apunta a «la gran expansión que ha experimentado la agricultura intensiva en la zona» como causante, junto a «la reducción de los drenajes de aguas del acuífero en otros puntos».
Este «impacto» también ha sido sobre la vegetación terrestre, según ha explicado, ya que los alcornoques centenarios «están muriendo a un ritmo incesante, un 8% de ellos ha perecido ya desde 2009 y muchos están perdiendo su cubierta de hojas debido al descenso de los niveles freáticos».
"impactos sobre la calidad de las aguas"
Por otro lado, la calidad del agua también se «ha visto afectada», ya que, según ha indicado Andy J. Green, profesor de investigación del CSIC en la Estación Biológica de Doñana, «si bien solemos hablar más de cantidad de agua, de aportes, que de calidad, lo cierto es que son igual de importantes», puesto que los aportes contaminantes a la marisma «han ido aumentando con la expansión agrícola y urbana, especialmente en el entorno de El Rocío», tal y como señalan varios estudios.
«Los cultivos de frutos rojos para los que se extrae agua dependen en gran medida de los agroquímicos, que a su vez se transfieren al agua subterránea y superficial. Un caudal reducido en la marisma conduce, además, a un mayor aumento de las concentraciones de contaminantes y de la salinidad a través de la evaporación», han explicado.
Por otra parte, también han señalado que el cambio climático, con el aumento de las temperaturas, «está favoreciendo la proliferación de algas tóxicas y plantas invasoras por este tipo de nutrientes». Se ha detectado, por ejemplo, «un aumento considerable en la carga de fósforo desde el año 2000, lo cual ha favorecido la expansión del helecho acuático invasor azolla filiculoides, con graves impactos sobre anfibios y plantas acuáticas».
«Hemos convertido el Parque Nacional en un filtro verde para limpiar las aguas de los arroyos, que muchas veces, ya son tóxicas para peces y otra fauna», ha afirmado Andy J. Green, al tiempo que ha señalado que la contaminación del acuífero de Doñana «debida a actividades agrícolas y urbanas se remonta a la expansión inicial del regadío en la década de 1970 y ha sido reconocida por instituciones internacionales», por lo que «urgen medidas para reducir la entrada de abonos al acuífero y limpiar las aguas antes de entrar en el Parque Nacional».
Una de las medidas que se suelen proponer es la de llevar a cabo trasvases de agua desde otras cuencas cercanas, pero el equipo científico considera, sin embargo, que es una propuesta «poco realista para restaurar el estado del acuífero», ya que «existe poca agua superficial disponible en la región y los modelos climáticos que se plantean para el futuro en el sur de España no son favorables». «Además, el trasvase de agua desde otras cuencas hidrográficas podría facilitar la llegada de especies invasoras y promover procesos de eutrofización asociados a la expansión de cultivos de regadío, como se ha constatado en el Mar Menor», han concluido.
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