La autora acaba de publicar el libro 'Antes muerta que sin IA' (Horsori Editorial) y ha señalado que «se están haciendo proyectos muy innovadores» en el ámbito de la administración pública, y ha enumerado iniciativas relacionadas con la participación ciudadana y la recogida de datos, y con ámbitos como la salud y la movilidad.
«Todo el mundo está reaccionando porque ven que esto va rápido. La diferencia con otras revoluciones tecnológicas es que esta va muy rápido», ha asegurado.
Ha valorado que «España ha sido bastante pionera en el ámbito de la regulación y de intentar que esto tenga un tono humanístico», y ha abogado por crear industria propia en IA, un mundo que, en sus palabras, está muy concentrado en las grandes empresas, fundamentalmente chinas y estadounidenses.
Oportunidad
En esta línea, la autora ha afirmado que la Inteligencia Artificial «es una oportunidad económica como tal»: la ha señalado como herramienta para, por un lado, aumentar la competitividad de las compañías y, por otro, empoderar a las personas.
«Tiene una capacidad bestial de transformación del mundo tal y como lo estamos conociendo», ha defendido, y la ha equiparado a los cambios que supuso internet.
Rodríguez ha explicado que, en el día a día, las personas utilizan «muchas aplicaciones de inteligencia artificial» y ha enumerado las redes sociales, el GPS del coche o la llamada a un proveedor de servicios del hogar.
La ha distinguido de la automatización, puesto que «no es una palanca, en base a unos datos obtienes un resultado», ante lo que ha alertado de los peligros que supone que estén sesgados o sean incorrectos.
Feminismo algorítmico
Rodríguez ha subrayado que «son tan importantes los algoritmos como los datos que hay detrás» y ha lamentado la falta de datos de colectivos tradicionalmente invisibilizados, como las mujeres.
Por ello, se ha declarado --textualmente-- feminista algorítimica y ha reclamado «igualdad también en la IA» y evitar sesgos en la aplicación de los algoritmos, que va desde la concesión de becas y créditos hasta al funcionamiento de un coche autónomo.
En esta línea, si bien ha convenido en que la IA constituye una oportunidad y se aproxima a ella en positivo, ha valorado que también es «clave» quién determina los algoritmos.
En materia de filtraje de contenido en redes sociales, ha advertido de las repercusiones que puede tener en los procesos electorales previstos para 2024, cuando la mitad de la población mundial está llamada a las urnas: «El problema no es la IA, es lo que hay detrás y quién la controla».
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